La transcripción de las vibrantes de la escritura paleohispánica
J. A. Correa Rodríguez
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ARCHIVO DE. PREHJSTORIA LEVANTINA
~1. XXI (Valencia, 1994)
José Antonio CORREA RODR1GUEZ*
LA TRANSCRIPCIÓN DE LAS VIBRANTES
DE LA ESCRITURA PALEOIDSPÁNICA
1. La reciente publicación por 1. Untermann del volumen m de los Monumenta Linguarum
Hispanicarum (1) ha planteado indirectamente un problema de transcripción de las vibrantes que,
en mi opinión, conviene abordar sin dilación, pues termina afectando a todos los sistemas paleobis,.
pánicos.
2. En primer lugar Untermann ha identificado sin vacilación la rho del alfabeto grecoibérico
con la f del semisilabario levantino y, lógicamente, la rho con signo diacritico con la r. Es decir:
P = f. P'= r . A efectos prácticos, como los textos en escritura grecoibérica los transcribe en corsi~
(latina), resultan las transcripciones f y r respectivamente.
Aunque de la lectura de la obra se deduce claramente que la identificación ,propuesta es acertada. entiendo que no está de más exponer expresamente los argumentos que la apoyan, pues en
un estadio de fecha reciente y tan documentado como el de J. de Hoz sobre la escritura grecoibérica
se suspende el juicio sobre la cuestión, tal vez porque se liga a otra más importante pero distinta
y posterior, la de la diferencia entre los correspondientes fonemas (2).
Dos son los argumentos que apoyan esta identificación: los paralelos exactos que se consiguen
entre ambos sistemas de escritura cuando se hacen COJl elementos de identificación segura (antropónimos generalmente) y la equiparación de estadísticas porcentuales entre ambas vibrantes en los
dos sistemas.
• Dpto. de filologfa Gríega y Latina. Universidad de Sevilla. CJ Palos de la Frontera, sin. 41004 Sevilla.
(1) J. UNTEJtMANN: Monumentll Linguarum Hispan. calum. DI. l. Wieabaden, 1990 (MU{).
i
(2) J. DB Hoz: La escritwa grecoibérica. Studia 1tz/eohispanica. Actas tWJV Coloquio scbre lenguas y culturrl$ paleohispdnlc4s (Vilt)rlo, /985), Viwria, 1987, pAp. 285-298, especialmente pág. 291. Esta relación estrecha de los dos problemas
se ve ya en A. Tov~R. que identificaba P con r y
p!
con t (Fonologla del
~rico.
Misct!/4ne# Homenqje a A. MartineL
m. EstructUIUfismO e hblt)rfo, La laguna. 1962, págS. 171-181, especialmente páas. 115·117). La misma identirtcaeión de
signos está implfcita en L. MICHELI!NA: La langoe ~ Actas del n Coloquio sobre lenguas y culturrzs prmom11114S de
la Jtmlnsu/a lbtrica (TiJblngen. 1976), Salamanca. 1979, pigs. 23-39 (rspccjalmente P4 26 sa.), quien habla de la difJCultad
de establecer correspondencias éntre los signos Ieva:ntinos y los grecoibéricos as! como de desajustes en las cstadlstica:.s
de frecuencia.
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Testimonios para t = f (P) (3): bilos-gfe]fe, kete; sakaf-beS, sakaf-iskef., sakat; ufke-skef, utke;
sakaf-iskef (4), ufke-skef, isket; ]ildif-tige(, jltit¡ afs-t[, af's (5},
Testimonios para r = r (P1: balkllr, balkar; barras, battú; íunstit, iunstir; salir, salir.
Pará.alguna de las palabras o elementos citados hay variantes en los textos en escritura levantina (v. gr. F.13.2,A,3 sakar-), pero el problema reside en ésta, no en la escritura grecoibérica.
.Por otra parte las estadlsticas establecen que en interior de palabra t tiene una frecuencia de
1 a 3 sobre r, mientras que en posición final la situación se invierte, siendo de 6 a 4 a favor de
r. Esto mismo sucede, grosso modo, en la escritura grecoibérica, donde las diferencias porcentuales
son incluso algo más marcadas (6).
3. Una segunda novedad, tal vez más impQrtante, en la cuestión que tratamos es la identificación que ha hecho Untermann en la escritura meridional del signo con antenas, que tradicionalmente se ha transcrito sin verdadero fundamento como .be, con la segunda vibrante del ibérico,
que hasta ahora no habla sido detectada en este sistema. Realmente esta identificación se imponía
desde la edición del plomo del Llano de la Consolación (G.l5.l) (7), donde aparece la secuencia
iunSti seguida del signo en cuestión. Dado que se trata de una palabra bien documentada en el
sistema levantino (8), era lógico suponer la equiparación. El propio Untermann, sin embargo, la
propuso primero con timidez (9), sin duda porque esta palabra conoce en los textos levantinos varias
fotmas: iunstir (la más frecuente), iumstit, iútir, iustir, iiUilBtir (10). Pero ya en MLHID viene
transcrito este signo por t y se aplica a todos los textos en escritma meridional en que aparece.
3.1. J. de Hoz, por su parte, ha objetado que, de admitir esta transcripción, la vibrante aparece.
rla en posiciones inadmisibles en ibérico (inicial y posconsonántica) o en palabras donde se esperarla la otra vibrante (11). Es necesario, por tanto, examinar ambas objeciones.
(3) Pata las referencias v. MLH. Ill.l, ~ 7 (lista de antropónimos) e lnclices genetales.
(4) E$ta es la lectura que da MLH, petó en realidad elliltimo signo es una rho con tallo largo y cabeza pequefta,
bastante distinta de lo habitual en este texto, y que, sobre todo, va seguida de un trazo alto y corto, lo que invita a transcribir
lsker, pero el editor no comenta esta particularidad. No hay documentado, que yo sepa, ningún ejemplo de •~ster, pero
no hay que excluir su existencia si es que a ello se debe Ja doble forma latina: lk\FS·ISCER-IS, TANNEG-ISCEllR·IS.
(5) Pero existe tambj¿n us:F.ll.2S arskofo..lte; pero podrla ser tambi6n ats (D. Fum:HEII. y L. Sll..GO GAUCHB! Repertorio de inscripciones ib6ricas procedentes de ~to (Valencia). Ane, 22, Sagunto_, J987, PAss. 659·615. es~ente
n.0 26 y pág. 66~).
(_6) Hay q~ tener en cuenta que el número de texws en escritura grecoib6nea es muy inferior al de textos en escrjtura
levantina. Es de suponer que, si estuvieran más equilibrados, los porcentajes serian aproximadamente los mismos. En todo
caso lo importante es la relación de las vibrantes mspecto a su posición interior o final en la palabra (no se dan en posición
inicial).
(7) .D. FUITCHEJt VAU.S y A. MAKrtNEz PtlREz: Inscripción ibtrica del Llano de la ConsoJaci6n (Montealegre del Castillo, Albacete). Homenqje al Proj. Martin Almagro .&lsch.
Madrid, 1983, págs. 75-87.
(8) D. FLE10tEit VAU.S: Voces ib6ricas de la región de Valencia (E.spafia). Archéologie en Languedoc, 4, sete, 1_989,
pjp. 103-107.
(9) Son signllteativas sus palabras en: La gramática de los plomos ib6ricos. Studia lbliret>hlspanka. Acw de/JV Coloquio sobre lenguas y culturas paleohlspdnlclls {Vitoria, 1985), Vitoria, 1987, pág. 4§: «este nuevo testimonio me hace contar
con la idea herética de que el grafema en cuestión representa la r fuerte en el alfabeto ibtrico meridional».
m,
(10) J. UNTERMANN: Nova inscripció ibtrica sobre piom, procedent del país deis Dergetes. Acta Numlsmdtica, 19,
1989, págs. 39·44. ~ un bii)IU, como la vari¡nte 0.15.1 (§ 3.2).
(11) J. DE' Hoz; Bl signario hispánico mericlional. Bn Homeruqe al proj. l Maluquer de. Motes (en prensa). Débo a
la amabilidad del autor el conocimiento antici~o de este trabajo.
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3
En tres textos resultarfa la nueva vibrante en una posición inadmisil>le:
G.16.1. (Abeng~ore, Albacete; plato de pi~~) consta de cuatro textos. El primero de ellos,.
sinistrorso, se abre precisamente con el signo en cuestión, al que siguen dos signos más (el
último, de identificación no segura) y una barra vertical con clara función separadora. Untermann entiende que estos tres primeros signos forman una palabra que parece aftadida cuando
ya estaba escrito el resto de la linea y que, en consecuencia, se puede leer con orientación
dextrorsa (kokaf). Con ello se resuelve el problema de la posición inicial del signo que así
pasa a ser fmal.
'I1lJ vez esta solución sea aplicable al otro texto aducido por De Hoz: cuatro signos grabados
en un casco hallado en Pozo Moro (Albacete), que, al parecer, sigue inédito. La lectura en este
supuesto seria kalbt en vez de tkalka, quedando asimismo el signo en posición final.
En H.2.1. (Santiago de la Espada, Jaén; inscripción dextrorsa en fuente de plata) se lee aibon
y a cootinúación.el signo en cuestión. NatUralniente., si es una vibrante, ~igitfa·una vocal precedente. Pero la realidad es que el signo tiene claramente un trazo adicionál al ,pie del asta segunda,
con lo que la hipótesis de Untermann de que se trata tal vez de un nexo it me parece fundada,
leyéndose en consecuencia el texto aibonit.
La segunda objeción puesta por De Hoz es que, en las palabras donde encajaría bien la transcripción con vibrante, aparece precisamente la vibrante contraria a la esperada: v. gr. G.7.2,B-4
sakar, mientras que en los textos en escritura levantina (y grecoibérica) es sakat (sakaf). Esta objeción es totalmente fundada, pero tiene una solución muy fácil: hay que invertir las transcripciones
que da Untermann de las vibrantes, siendo r la del signo con antenas y convirtiéndose en t la
de la vibrante «tradicional» (v. cuadro, propuesta A). Sólo si se ~~ así se consiguen paralelos
exactos y coincitlen además los porcentajes de uso de ambass vibrantes con los correspondientes
de los otros dos sistemas (levantino y grecoibérico).
3.2. Aunque los antropónimos no son los únicos elementos identificables en los textos ibéricos,
si son los mejor documentados y más fáciles de identificar. No siempre en UD antropónimo dado
hay fijeza en el uso de las vibrantes (y de las sibilantes). Esto puede deberse a razones dialectales,
de fonética sintáctica, morfosintácticas, etc. (12), todas las cuales escapan hoy por hoy a nuestra
comprensión; pero en la medida en que UD antropónimo dado documenta siempre la misma vibrante en te:nos en escritura levantina (y grecoibérica), encuentra su paralelo exacto en los textos en
escritura meridional sólo si se invierte~, como he dicho, las transcripciones dadas por Untermann
(de ahora en adelante todas las citas se harán con la nueva transcripción).
Thstimooios con antropónimos (13): biut (0.7.2, bis), iar (0.15.1); Utit (A.IOO, bis; 0.7.2;
0.16.1, bis; 0.16.5); isket (,A.lOO; 0.15.1); sakat (0.7.2); taket (0.7.3, bis); utke (0.7.2) (14); utka
(AJOO). Un caso llamativo es tikeflr: en los teJttos en escritura levantina tiket es la forma propia
de las zonas epigrá_ficas B"y C, y tiker, de las zonas F y G; y, en efecto, en escritura meridional
es tiker lo que se lee (0.7.2, bis; 0.16.1).
(12) No participó de la opinión de Ontermann (MLB ffi.l, p. 153) de que, en la 6poca de los textos ibéricos conservados,
las vibrantes 'estuvieran sometidas a un proceso de neutralizaciÓn. Mientras no conozcamos la estructura del iberico, es
mejor, por razones de m6todo, buscar otras causas.
(13) Pani la Cóniprobaci6n de todos estos datos V. MUI
§ 7 (lista de antropónimos) y, en ¡eneral, los lndioes
nu.
com:spondtentcs.
(14) 'limbitn el etn6nimo Dtte.lwl (A.96), está TCiacionado con este elemento antroponimico.
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Testimonios con o~ palabras: ba§ir (G.7.2.); iuMC:ir (0.15.1) (15)¡ iútir (F.9.2,lectura no segura). Además, si se acepta la transcripción be que Untermann propone para otro silabograma,
se tepdria: beton (G.7.2, bis; G.l6.1); bekof (0.15.1). Esto permite también identificar asimismó
el afijo ar, bien conocido en los textos levantinos, en los siguientes casos; G.l6.l,D aibelot-ar;
0.16.5 koniltit-ar-. be la misma manera, tal vez sea el mismo elemento el aten de G.16.2 (escritura
meridional) y el de H.9.1 (escritura levantina).
"'
Esta inversi(>n en la transcripción de las vibrai:Jtes en la escritura meridional viene también
exigida por la respectiva frecuencia global y posiciona1 de ambas vibrantes. Cualquier pers.ona fami. liar~da con los textos meridionales-,. sin necesidad t (según mi propuesta) es bastante más frecuente gue r; pero si se bojea el indice inverso de los
MUl7 se' advierte enseguida. que, en posición .fmal, la situación es la contraria (siempre según mi
propuesta), epactatnent:e igual que en )os siste!Ilas levantino y grecoibérico.
4. Ahora bien, esta necesidad de hacer coincidir las transcripciones de los tres sistemas usados
para el ibérico (levantitto, meridional y gtecOibérico) es obvio que puede resolverse tanlbién procediendo a la inversa, es dec~, manteniendo las transcripciones de Untennann para el sistema meridional e invirtiendo las del sistema levantino (y grecoíbérico). Contra esta propuesta al_ter;nativa
mia (v. cuad~, propuesta B) se alzan, sin dll~, la ~dición y 'el gran núm~TQ de textos (hay que
incluir los celtibéricos) que llSan el sistema levantino; ,pero todo lo demás son ventajas.
En pmner lugar y sin prejuzgar el valor fonológico de ambas vibrantes, patéce claro que
por ser el más usual, corresponde al fonema no marcado y r, en cambio, al marcado. Es innecesario
demostrar q:ue visualmente seria mucbo más cómodo que la transcripción fuera la inversa.
En segundo lugar, en la transcripqión del sistema grecoibérioo se conseguida que r se correspondiera con P y f con P'.
En terCer lugar, en los teltos celtibéricos, q:ue sólo osan f, probablemente por corresponder
al signo vibrante más usado pot, los· fber.os y distinguirse formal.m.ente del si~o de a mejor que
r, sería asimismo más cómoda, y tal vez más adecuada visualmente a la realidad fonética, la 'fransC{ipción con r.
Hay además una ultima razón que invita a no echar en saCQ roto esta propuesta: los efectos
inevitables que, en todo caso, tiene en la transcripción del sistema del SO o tartesio el descubrimiento de una segunda vibrante en el sistema meridional.
r;
S. El desciframiento, todavía incompleto, del sistema del SO se ha hecho siguiendo dos criteti9S: uno externo, la similitud formal con el sistema meridional; y otro interno, la coherencia con
los datos gue aporta el propio sistema (l6).1'or deSgracia se carece hasta el présente de veriia
pruebas de la b:ondad &)obal de los resultados.
Esto impli~ que el valor fonético as,ignado al signo con antenas en eJ sistema ,meridional es
válido en principio para el SO, si no ,hay datos internos que se opongan. Y, en efecto, el signo
en cuestión se comporta :más como un signo alfabético que silábico y conoce las mismas restricciones de \I8Q que la r de este sistema: ilO está docwnéntado en inicial (17) y le precede siempre vo(lS) Cier!amente esta variante (CQn § y no s) no está documentada hasta ahora en ninguna otra ,1!8rle, pero de los
más de treinta Casos· conocidos de esta palabra sólo élos tienen -f (variante lamstif).
(16) He explicado esto aefallad!lm~ ep: La ep~ ~. Fonnn lbeffHiml#ricaiJJim, S (Q,niv. K6lg., en pre~),
(17) ~ro 'hay que ~~et P.~!lte Ql!t\ aJ ser 1a escritl!ra c;ontinua~ ~ta:tfC!IttiJ:CióJI oo p®(le c;ompro~ naila ~
que por su ausencia en comienzo de imcrípción y dé lli'S contadas·,Palabras que, hasta ahora se han podido sepamr en
los t.extos.
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S
cal (1 8). De ahí que; por coherencia en la metodoJogia empleada (al menos, la empleada por mf),
hay que transcribir el signo en cuestión como vibrante.
Dado que los signos de vibrante son los mismos que en el sistema meridional, la transcripción
que se adopte para este sistema se impondrá para el sistema del SO. Por razones de frecuencia, muy
desproporcionada entre ambas vibrantes, mis prefe~ncias van inevitablemente por la propuesta B (19).
Sistemas gráficos
'/Tanscripciones propuestas
A
MLH
B
Grecoibérico
1>
f
f
r
Levantino
r
r
t
t>
f
r
f
'f
~
Sudoccidental
p
r
'1<.
Meridional
'
t
t
r
t
t
r
t
p
n
r
r
6. Sin entrar en la cuestión de la diferencia fonológica entre ambas vibrantes en ibérico, quisiera examinar a titulo de a~ndice el problema que plantea la inscripción C.1.9, que está en conexión
con lo que aqul se trata.
Esta inscripción sobre cerámica, hallada en Ampurias, tiene dos textos, realmente dos antropónimos sufijados, uno en escritura Jewntina (hiufkete-n) y otro en escritura griega, que es el que
aqui interesa (rOPOTiriNAI). Si se entiende con Untermano que está en alfabeto grecoibérico,
la transcripción que corresponde es gofotiginai. Pero en mi opinión la procedencia ampuritana invita a ver simplemente un uso ocasional del alfabeto griego para un texto ibérico (no se trata, en
efecto, de un simple antropónimo, sino que lleva un sufijo: gofotigi·na1). En este supuesto, la transcripción de P queda condicionada a lo que se deduzca de paralelos en escritura levantina, J.>eto
por desgracia éstos son ambiguos: C.2.5 "koroiker frente a F.11.25 arskofo (20).
Thmpoco se aclara la cuestión acudiendo a fonnas helenizadas de antropónimos ibérieos:
rOAO.BlYP, BAEll'rEPPOE (21), cf. el citado biut-kete, que casualmente comprende los dos
elementos antroponimícos que agui interesan. El que a t corresponda tanto P como PP se debe
presumiblemente a la posición, final e intervocálica respectivamente. Nos quedamos, pues, sin saber
cómo se reproducia r con el alfabeto griego (no el grecoibérico). EstQ problema es paralelo al de
su representación con el alfabeto latino, lo que lleva inevitablemente a la cuestión fonológica, que
no es de este lugar.
(18) No se conoce mAs excepción que la estela de Pa:rdiero m (Odeminl), gue se leerla, aceptando por paralelismo
la traoscripción de Untennann para el signario meridional, ulaeblfd )eJil {C. DI! MI!U.o BI!IRAO: Epigrafia da 1 ldade do
Ferro do Sudoeste da Penlnaula ~ric¡. Novas dados árqueológicos. Bstudos Orienlllit, 1, l.i.aboa, 1990, págs. 107-118).
(19) Eo el cuadro de transcripciQDes oo se ponen las de MLH j)Orque a6n no se ha publicado el volumen correspou·
diente.
(20) No obs1ante la t no es lectura totalmente segura.
(21) M. LI!JEuNB, J. POUILLOUX e Y. SoUER: Étrusque et ionien archalques sur un plomb de Pech Maho (Ande). /UN,
21, 1988, págs. 19·59.
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José Antonio CORREA RODR1GUEZ*
LA TRANSCRIPCIÓN DE LAS VIBRANTES
DE LA ESCRITURA PALEOIDSPÁNICA
1. La reciente publicación por 1. Untermann del volumen m de los Monumenta Linguarum
Hispanicarum (1) ha planteado indirectamente un problema de transcripción de las vibrantes que,
en mi opinión, conviene abordar sin dilación, pues termina afectando a todos los sistemas paleobis,.
pánicos.
2. En primer lugar Untermann ha identificado sin vacilación la rho del alfabeto grecoibérico
con la f del semisilabario levantino y, lógicamente, la rho con signo diacritico con la r. Es decir:
P = f. P'= r . A efectos prácticos, como los textos en escritura grecoibérica los transcribe en corsi~
(latina), resultan las transcripciones f y r respectivamente.
Aunque de la lectura de la obra se deduce claramente que la identificación ,propuesta es acertada. entiendo que no está de más exponer expresamente los argumentos que la apoyan, pues en
un estadio de fecha reciente y tan documentado como el de J. de Hoz sobre la escritura grecoibérica
se suspende el juicio sobre la cuestión, tal vez porque se liga a otra más importante pero distinta
y posterior, la de la diferencia entre los correspondientes fonemas (2).
Dos son los argumentos que apoyan esta identificación: los paralelos exactos que se consiguen
entre ambos sistemas de escritura cuando se hacen COJl elementos de identificación segura (antropónimos generalmente) y la equiparación de estadísticas porcentuales entre ambas vibrantes en los
dos sistemas.
• Dpto. de filologfa Gríega y Latina. Universidad de Sevilla. CJ Palos de la Frontera, sin. 41004 Sevilla.
(1) J. UNTEJtMANN: Monumentll Linguarum Hispan. calum. DI. l. Wieabaden, 1990 (MU{).
i
(2) J. DB Hoz: La escritwa grecoibérica. Studia 1tz/eohispanica. Actas tWJV Coloquio scbre lenguas y culturrl$ paleohispdnlc4s (Vilt)rlo, /985), Viwria, 1987, pAp. 285-298, especialmente pág. 291. Esta relación estrecha de los dos problemas
se ve ya en A. Tov~R. que identificaba P con r y
p!
con t (Fonologla del
~rico.
Misct!/4ne# Homenqje a A. MartineL
m. EstructUIUfismO e hblt)rfo, La laguna. 1962, págS. 171-181, especialmente páas. 115·117). La misma identirtcaeión de
signos está implfcita en L. MICHELI!NA: La langoe ~ Actas del n Coloquio sobre lenguas y culturrzs prmom11114S de
la Jtmlnsu/a lbtrica (TiJblngen. 1976), Salamanca. 1979, pigs. 23-39 (rspccjalmente P4 26 sa.), quien habla de la difJCultad
de establecer correspondencias éntre los signos Ieva:ntinos y los grecoibéricos as! como de desajustes en las cstadlstica:.s
de frecuencia.
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J. A. CORltEA RODRfGUBZ
Testimonios para t = f (P) (3): bilos-gfe]fe, kete; sakaf-beS, sakaf-iskef., sakat; ufke-skef, utke;
sakaf-iskef (4), ufke-skef, isket; ]ildif-tige(, jltit¡ afs-t[, af's (5},
Testimonios para r = r (P1: balkllr, balkar; barras, battú; íunstit, iunstir; salir, salir.
Pará.alguna de las palabras o elementos citados hay variantes en los textos en escritura levantina (v. gr. F.13.2,A,3 sakar-), pero el problema reside en ésta, no en la escritura grecoibérica.
.Por otra parte las estadlsticas establecen que en interior de palabra t tiene una frecuencia de
1 a 3 sobre r, mientras que en posición final la situación se invierte, siendo de 6 a 4 a favor de
r. Esto mismo sucede, grosso modo, en la escritura grecoibérica, donde las diferencias porcentuales
son incluso algo más marcadas (6).
3. Una segunda novedad, tal vez más impQrtante, en la cuestión que tratamos es la identificación que ha hecho Untermann en la escritura meridional del signo con antenas, que tradicionalmente se ha transcrito sin verdadero fundamento como .be, con la segunda vibrante del ibérico,
que hasta ahora no habla sido detectada en este sistema. Realmente esta identificación se imponía
desde la edición del plomo del Llano de la Consolación (G.l5.l) (7), donde aparece la secuencia
iunSti seguida del signo en cuestión. Dado que se trata de una palabra bien documentada en el
sistema levantino (8), era lógico suponer la equiparación. El propio Untermann, sin embargo, la
propuso primero con timidez (9), sin duda porque esta palabra conoce en los textos levantinos varias
fotmas: iunstir (la más frecuente), iumstit, iútir, iustir, iiUilBtir (10). Pero ya en MLHID viene
transcrito este signo por t y se aplica a todos los textos en escritma meridional en que aparece.
3.1. J. de Hoz, por su parte, ha objetado que, de admitir esta transcripción, la vibrante aparece.
rla en posiciones inadmisibles en ibérico (inicial y posconsonántica) o en palabras donde se esperarla la otra vibrante (11). Es necesario, por tanto, examinar ambas objeciones.
(3) Pata las referencias v. MLH. Ill.l, ~ 7 (lista de antropónimos) e lnclices genetales.
(4) E$ta es la lectura que da MLH, petó en realidad elliltimo signo es una rho con tallo largo y cabeza pequefta,
bastante distinta de lo habitual en este texto, y que, sobre todo, va seguida de un trazo alto y corto, lo que invita a transcribir
lsker, pero el editor no comenta esta particularidad. No hay documentado, que yo sepa, ningún ejemplo de •~ster, pero
no hay que excluir su existencia si es que a ello se debe Ja doble forma latina: lk\FS·ISCER-IS, TANNEG-ISCEllR·IS.
(5) Pero existe tambj¿n us:F.ll.2S arskofo..lte; pero podrla ser tambi6n ats (D. Fum:HEII. y L. Sll..GO GAUCHB! Repertorio de inscripciones ib6ricas procedentes de ~to (Valencia). Ane, 22, Sagunto_, J987, PAss. 659·615. es~ente
n.0 26 y pág. 66~).
(_6) Hay q~ tener en cuenta que el número de texws en escritura grecoib6nea es muy inferior al de textos en escrjtura
levantina. Es de suponer que, si estuvieran más equilibrados, los porcentajes serian aproximadamente los mismos. En todo
caso lo importante es la relación de las vibrantes mspecto a su posición interior o final en la palabra (no se dan en posición
inicial).
(7) .D. FUITCHEJt VAU.S y A. MAKrtNEz PtlREz: Inscripción ibtrica del Llano de la ConsoJaci6n (Montealegre del Castillo, Albacete). Homenqje al Proj. Martin Almagro .&lsch.
Madrid, 1983, págs. 75-87.
(8) D. FLE10tEit VAU.S: Voces ib6ricas de la región de Valencia (E.spafia). Archéologie en Languedoc, 4, sete, 1_989,
pjp. 103-107.
(9) Son signllteativas sus palabras en: La gramática de los plomos ib6ricos. Studia lbliret>hlspanka. Acw de/JV Coloquio sobre lenguas y culturas paleohlspdnlclls {Vitoria, 1985), Vitoria, 1987, pág. 4§: «este nuevo testimonio me hace contar
con la idea herética de que el grafema en cuestión representa la r fuerte en el alfabeto ibtrico meridional».
m,
(10) J. UNTERMANN: Nova inscripció ibtrica sobre piom, procedent del país deis Dergetes. Acta Numlsmdtica, 19,
1989, págs. 39·44. ~ un bii)IU, como la vari¡nte 0.15.1 (§ 3.2).
(11) J. DE' Hoz; Bl signario hispánico mericlional. Bn Homeruqe al proj. l Maluquer de. Motes (en prensa). Débo a
la amabilidad del autor el conocimiento antici~o de este trabajo.
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En tres textos resultarfa la nueva vibrante en una posición inadmisil>le:
G.16.1. (Abeng~ore, Albacete; plato de pi~~) consta de cuatro textos. El primero de ellos,.
sinistrorso, se abre precisamente con el signo en cuestión, al que siguen dos signos más (el
último, de identificación no segura) y una barra vertical con clara función separadora. Untermann entiende que estos tres primeros signos forman una palabra que parece aftadida cuando
ya estaba escrito el resto de la linea y que, en consecuencia, se puede leer con orientación
dextrorsa (kokaf). Con ello se resuelve el problema de la posición inicial del signo que así
pasa a ser fmal.
'I1lJ vez esta solución sea aplicable al otro texto aducido por De Hoz: cuatro signos grabados
en un casco hallado en Pozo Moro (Albacete), que, al parecer, sigue inédito. La lectura en este
supuesto seria kalbt en vez de tkalka, quedando asimismo el signo en posición final.
En H.2.1. (Santiago de la Espada, Jaén; inscripción dextrorsa en fuente de plata) se lee aibon
y a cootinúación.el signo en cuestión. NatUralniente., si es una vibrante, ~igitfa·una vocal precedente. Pero la realidad es que el signo tiene claramente un trazo adicionál al ,pie del asta segunda,
con lo que la hipótesis de Untermann de que se trata tal vez de un nexo it me parece fundada,
leyéndose en consecuencia el texto aibonit.
La segunda objeción puesta por De Hoz es que, en las palabras donde encajaría bien la transcripción con vibrante, aparece precisamente la vibrante contraria a la esperada: v. gr. G.7.2,B-4
sakar, mientras que en los textos en escritura levantina (y grecoibérica) es sakat (sakaf). Esta objeción es totalmente fundada, pero tiene una solución muy fácil: hay que invertir las transcripciones
que da Untermann de las vibrantes, siendo r la del signo con antenas y convirtiéndose en t la
de la vibrante «tradicional» (v. cuadro, propuesta A). Sólo si se ~~ así se consiguen paralelos
exactos y coincitlen además los porcentajes de uso de ambass vibrantes con los correspondientes
de los otros dos sistemas (levantino y grecoibérico).
3.2. Aunque los antropónimos no son los únicos elementos identificables en los textos ibéricos,
si son los mejor documentados y más fáciles de identificar. No siempre en UD antropónimo dado
hay fijeza en el uso de las vibrantes (y de las sibilantes). Esto puede deberse a razones dialectales,
de fonética sintáctica, morfosintácticas, etc. (12), todas las cuales escapan hoy por hoy a nuestra
comprensión; pero en la medida en que UD antropónimo dado documenta siempre la misma vibrante en te:nos en escritura levantina (y grecoibérica), encuentra su paralelo exacto en los textos en
escritura meridional sólo si se invierte~, como he dicho, las transcripciones dadas por Untermann
(de ahora en adelante todas las citas se harán con la nueva transcripción).
Thstimooios con antropónimos (13): biut (0.7.2, bis), iar (0.15.1); Utit (A.IOO, bis; 0.7.2;
0.16.1, bis; 0.16.5); isket (,A.lOO; 0.15.1); sakat (0.7.2); taket (0.7.3, bis); utke (0.7.2) (14); utka
(AJOO). Un caso llamativo es tikeflr: en los teJttos en escritura levantina tiket es la forma propia
de las zonas epigrá_ficas B"y C, y tiker, de las zonas F y G; y, en efecto, en escritura meridional
es tiker lo que se lee (0.7.2, bis; 0.16.1).
(12) No participó de la opinión de Ontermann (MLB ffi.l, p. 153) de que, en la 6poca de los textos ibéricos conservados,
las vibrantes 'estuvieran sometidas a un proceso de neutralizaciÓn. Mientras no conozcamos la estructura del iberico, es
mejor, por razones de m6todo, buscar otras causas.
(13) Pani la Cóniprobaci6n de todos estos datos V. MUI
§ 7 (lista de antropónimos) y, en ¡eneral, los lndioes
nu.
com:spondtentcs.
(14) 'limbitn el etn6nimo Dtte.lwl (A.96), está TCiacionado con este elemento antroponimico.
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J. A. CORREA RODRiGUBZ
Testimonios con o~ palabras: ba§ir (G.7.2.); iuMC:ir (0.15.1) (15)¡ iútir (F.9.2,lectura no segura). Además, si se acepta la transcripción be que Untermann propone para otro silabograma,
se tepdria: beton (G.7.2, bis; G.l6.1); bekof (0.15.1). Esto permite también identificar asimismó
el afijo ar, bien conocido en los textos levantinos, en los siguientes casos; G.l6.l,D aibelot-ar;
0.16.5 koniltit-ar-. be la misma manera, tal vez sea el mismo elemento el aten de G.16.2 (escritura
meridional) y el de H.9.1 (escritura levantina).
"'
Esta inversi(>n en la transcripción de las vibrai:Jtes en la escritura meridional viene también
exigida por la respectiva frecuencia global y posiciona1 de ambas vibrantes. Cualquier pers.ona fami. liar~da con los textos meridionales-,. sin necesidad t (según mi propuesta) es bastante más frecuente gue r; pero si se bojea el indice inverso de los
MUl7 se' advierte enseguida. que, en posición .fmal, la situación es la contraria (siempre según mi
propuesta), epactatnent:e igual que en )os siste!Ilas levantino y grecoibérico.
4. Ahora bien, esta necesidad de hacer coincidir las transcripciones de los tres sistemas usados
para el ibérico (levantitto, meridional y gtecOibérico) es obvio que puede resolverse tanlbién procediendo a la inversa, es dec~, manteniendo las transcripciones de Untennann para el sistema meridional e invirtiendo las del sistema levantino (y grecoíbérico). Contra esta propuesta al_ter;nativa
mia (v. cuad~, propuesta B) se alzan, sin dll~, la ~dición y 'el gran núm~TQ de textos (hay que
incluir los celtibéricos) que llSan el sistema levantino; ,pero todo lo demás son ventajas.
En pmner lugar y sin prejuzgar el valor fonológico de ambas vibrantes, patéce claro que
por ser el más usual, corresponde al fonema no marcado y r, en cambio, al marcado. Es innecesario
demostrar q:ue visualmente seria mucbo más cómodo que la transcripción fuera la inversa.
En segundo lugar, en la transcripqión del sistema grecoibérioo se conseguida que r se correspondiera con P y f con P'.
En terCer lugar, en los teltos celtibéricos, q:ue sólo osan f, probablemente por corresponder
al signo vibrante más usado pot, los· fber.os y distinguirse formal.m.ente del si~o de a mejor que
r, sería asimismo más cómoda, y tal vez más adecuada visualmente a la realidad fonética, la 'fransC{ipción con r.
Hay además una ultima razón que invita a no echar en saCQ roto esta propuesta: los efectos
inevitables que, en todo caso, tiene en la transcripción del sistema del SO o tartesio el descubrimiento de una segunda vibrante en el sistema meridional.
r;
S. El desciframiento, todavía incompleto, del sistema del SO se ha hecho siguiendo dos criteti9S: uno externo, la similitud formal con el sistema meridional; y otro interno, la coherencia con
los datos gue aporta el propio sistema (l6).1'or deSgracia se carece hasta el présente de veriia
Esto impli~ que el valor fonético as,ignado al signo con antenas en eJ sistema ,meridional es
válido en principio para el SO, si no ,hay datos internos que se opongan. Y, en efecto, el signo
en cuestión se comporta :más como un signo alfabético que silábico y conoce las mismas restricciones de \I8Q que la r de este sistema: ilO está docwnéntado en inicial (17) y le precede siempre vo(lS) Cier!amente esta variante (CQn § y no s) no está documentada hasta ahora en ninguna otra ,1!8rle, pero de los
más de treinta Casos· conocidos de esta palabra sólo élos tienen -f (variante lamstif).
(16) He explicado esto aefallad!lm~ ep: La ep~ ~. Fonnn lbeffHiml#ricaiJJim, S (Q,niv. K6lg., en pre~),
(17) ~ro 'hay que ~~et P.~!lte Ql!t\ aJ ser 1a escritl!ra c;ontinua~ ~ta:tfC!IttiJ:CióJI oo p®(le c;ompro~ naila ~
que por su ausencia en comienzo de imcrípción y dé lli'S contadas·,Palabras que, hasta ahora se han podido sepamr en
los t.extos.
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LA TRANSCRIPCIÓN DE LAS VIBRANTF3 DE LA .ESCRITURA PALEOIDSPÁNICA
S
cal (1 8). De ahí que; por coherencia en la metodoJogia empleada (al menos, la empleada por mf),
hay que transcribir el signo en cuestión como vibrante.
Dado que los signos de vibrante son los mismos que en el sistema meridional, la transcripción
que se adopte para este sistema se impondrá para el sistema del SO. Por razones de frecuencia, muy
desproporcionada entre ambas vibrantes, mis prefe~ncias van inevitablemente por la propuesta B (19).
Sistemas gráficos
'/Tanscripciones propuestas
A
MLH
B
Grecoibérico
1>
f
f
r
Levantino
r
r
t
t>
f
r
f
'f
~
Sudoccidental
p
r
'1<.
Meridional
'
t
t
r
t
t
r
t
p
n
r
r
6. Sin entrar en la cuestión de la diferencia fonológica entre ambas vibrantes en ibérico, quisiera examinar a titulo de a~ndice el problema que plantea la inscripción C.1.9, que está en conexión
con lo que aqul se trata.
Esta inscripción sobre cerámica, hallada en Ampurias, tiene dos textos, realmente dos antropónimos sufijados, uno en escritura Jewntina (hiufkete-n) y otro en escritura griega, que es el que
aqui interesa (rOPOTiriNAI). Si se entiende con Untermano que está en alfabeto grecoibérico,
la transcripción que corresponde es gofotiginai. Pero en mi opinión la procedencia ampuritana invita a ver simplemente un uso ocasional del alfabeto griego para un texto ibérico (no se trata, en
efecto, de un simple antropónimo, sino que lleva un sufijo: gofotigi·na1). En este supuesto, la transcripción de P queda condicionada a lo que se deduzca de paralelos en escritura levantina, J.>eto
por desgracia éstos son ambiguos: C.2.5 "koroiker frente a F.11.25 arskofo (20).
Thmpoco se aclara la cuestión acudiendo a fonnas helenizadas de antropónimos ibérieos:
rOAO.BlYP, BAEll'rEPPOE (21), cf. el citado biut-kete, que casualmente comprende los dos
elementos antroponimícos que agui interesan. El que a t corresponda tanto P como PP se debe
presumiblemente a la posición, final e intervocálica respectivamente. Nos quedamos, pues, sin saber
cómo se reproducia r con el alfabeto griego (no el grecoibérico). EstQ problema es paralelo al de
su representación con el alfabeto latino, lo que lleva inevitablemente a la cuestión fonológica, que
no es de este lugar.
(18) No se conoce mAs excepción que la estela de Pa:rdiero m (Odeminl), gue se leerla, aceptando por paralelismo
la traoscripción de Untennann para el signario meridional, ulaeblfd )eJil {C. DI! MI!U.o BI!IRAO: Epigrafia da 1 ldade do
Ferro do Sudoeste da Penlnaula ~ric¡. Novas dados árqueológicos. Bstudos Orienlllit, 1, l.i.aboa, 1990, págs. 107-118).
(19) Eo el cuadro de transcripciQDes oo se ponen las de MLH j)Orque a6n no se ha publicado el volumen correspou·
diente.
(20) No obs1ante la t no es lectura totalmente segura.
(21) M. LI!JEuNB, J. POUILLOUX e Y. SoUER: Étrusque et ionien archalques sur un plomb de Pech Maho (Ande). /UN,
21, 1988, págs. 19·59.
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