Urbanismo y arquitectura en las ciudades romanas valencianas
Manuel Olcina Domenech
1991
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URBANISMO Y ARQUITECTURA
EN LAS CIUDADES ROMANAS VALENCIANAS
MANUEL OLCINA
MARQ. Museo Arqueológico Provincial. Alicante
En nuestra historia, la civilización romana es la primera que ha dejado huellas reconocibles en el
territorio. La racionalidad y solidez de la configuración urbana y la creación de construcciones monumentales que marcaban de manera rotunda en el ámbito de las ciudades (y también en el medio
rural), sus códigos culturales, sociales, económicos e ideológicos, transformaron, como en ningún
momento anterior, el paisaje del occidente europeo. Tal presencia se debe al papel fundamental de la
urbanización que Roma utiliza como instrumento de consolidación de los territorios adquiridos y difusión de sus modelos culturales de tal manera que el esplendor del Alto Imperio (siglos I y II) se
debe en buena medida a que está cimentado en una extensa red de ciudades.
LA CIUDAD. CUESTIONES GENERALES
En el mundo romano, la ciudad puede definirse desde el punto de vista de su configuración física y funcional y desde el de su constitución jurídica. En el primer aspecto se muestra como una
aglomeración destacada, definida por un límite (pomerium) concretado a menudo por la muralla y en
la que se distribuyen los edificios y complejos arquitectónicos mínimos (foro, termas, templos), que
posibilitan el modo de vida romano. El enriquecimiento y crecimiento de las ciudades dió lugar a la
aparición en las áreas periurbanas de grandes monumentos funerarios en los cementerios, barrios de
villas, instalaciones artesanales y, a veces, edificios de espectáculos que diluyeron la imagen compacta del núcleo urbano.
Jurídicamente la ciudad se define como una entidad que disfrutaba de amplia autonomía administrativa cuya plasmación legal, en los niveles más altos, se concreta en dos regímenes: colonias y municipios.
Las colonias por lo general llevan aparejadas la implantación de población de ciudadanos en una ciudad
creada ex novo o en núcleos indígenas, mientras que los municipios suponen la promoción jurídica de éstos. Paisaje urbano romano y privilegio administrativo no siempre coinciden, pero es evidente que este
último desencadenó en muchos casos la renovación y monumentalización de la trama urbana. De igual
modo, las poblaciones que habían realizado un esfuerzo por aproximarse a los patrones urbanos romanos fueron asimismo recompensadas con la promoción jurídica. Dependerá de las circunstancias propias
de cada ciudad el grado de desarrollo urbano y su despliegue arquitectónico.
Volviendo al aspecto físico, la forma urbana en una fundación ex novo corresponde al modelo colonial: límite amurallado, regularidad de su trama con calles de trazado ortogonal delimitando man-
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Las ciudades romanas valencianas.
[Dibujo A. Sánchez].
zanas (insulae) cuadradas o rectangulares, emplazamiento del foro en la intersección de las
vías principales (cardo y decumano). Pero este
patrón, que es la imagen que comúnmente se
asocia a la ciudad romana, no es automáticamente transportable a aquellas ciudades que
arrancan de realidades preexistentes, donde los
condicionamientos de tipo orográfico o constructivo pueden dar lugar a formas variables
dentro de la tendencia a la regularidad y a la
distribución racional de los espacios públicos y
privados. Del mismo modo, la ciudad romana
no es un fenómeno de implantación uniforme
en el tiempo y en los distintos territorios. Las
bases culturales de las regiones adquiridas y la
evolución del propio estado romano, determinaron los ritmos de implantación y los modelos.
A partir de estas premisas y ciñéndonos al
caso del urbanismo romano en las tierras valencianas analizaremos las etapas de creación
de las ciudades y las características de cada una
de ellas según el estado actual de la investigación. Teniendo en cuenta las definiciones básicas ya mencionadas, al final del proceso, el mapa urbano romano estará ocupado por nueve ciudades, de norte a
sur: Lesera (El Forcall, Castellón), Saguntum (Sagunto, Valencia), Edeta (Llíria, Valencia), Valentia (Valencia), Saetabis (Xàtiva, Valencia), Dianium (Dènia, Alicante), el municipio de nombre latino debatido emplazado en La Vila Joiosa (Alicante), Lucentum (Alicante) e Ilici (La Alcudia de Elche).
EL PROCESO DE DESARROLLO URBANO Y ARQUITECTÓNICO
ROMA Y LAS CIUDADES IBÉRICAS. Cuando Roma venció a Cartago en la Segunda Guerra Púnica a finales del siglo III a.C. incorporó a sus dominios los pueblos íberos del oriente y mediodía peninsular.
En tierras valencianas los edetanos, en el centro, y los contestanos en el sur contaban con varios núcleos de población que pueden ser considerados ciudades mientras que la Ilercavonia al norte, presentaba menos rasgos urbanos. En algunas de ellas, la arqueología ha mostrado destrucciones que
podrían situarse en el escenario de la represión de las revueltas indígenas dirigida por Catón (inicios
del siglo II a.C.). Creemos que estos hechos serán decisivos en el proceso de conformación del mapa
y la configuración particular de las ciudades romanas. Así, la destrucción de Edeta, la capital de los
edetanos, y su posterior decaimiento estaría en el origen de la discontinuidad física y retardo de su
monumentalización. En Lucentum la destrucción detectada en las últimas excavaciones y la atonía
durante el siglo II a.C. serían causas de su escaso desarrollo posterior frente a otras ciudades cercanas. Por el contrario, ciudades ibéricas tan destacadas como Arse, Saiti y la radicada en la Alcudia de
Elche llegarán a ser importantes ciudades romanas (Saguntum, Saetabis e Ilici respectivamente) que
tienen como características comunes la no ruptura física, y la promoción jurídica y monumentalización
augustea. Como conclusión a este primer momento Roma se apoyó para consolidar su poder en los
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centros urbanos existentes, pero no en todos. Un indicio de aquéllo se encuentra en Sagunto donde
la primera construcción romana documentada (primer cuarto del siglo II a.C.) es una torre que formaría parte de una muralla en la parte superior del cerro del Castell al E del núcleo ibérico. En definitiva, el modelo de control territorial pasó por quebrar la estructura de poblamiento anulando la capacidad rectora de algunas ciudades (y por tanto alterar la jerarquía social) y apoyarse en otras
según sus intereses.
LA ETAPA REPUBLICANA. Hasta la constitución del poder personal de Octavio Augusto quien inauguró un periodo muy distinto de organización de las tierras conquistadas, Roma se limitará a proyectar su modelo de ciudad en contados casos, sólo en aquellas fundaciones de nueva creación de
las cuales tenemos un magnífico ejemplo en Valentia.
Sin embargo, en Sagunto, especialmente ligada a Roma por su fidelidad durante la Segunda
Guerra Púnica, a lo largo del siglo II a.C. se construye, en el área que cercaría la primera muralla romana indicada arriba, un complejo arquitectónico aterrazado presidido por un templo de cella tripartita y alto podio precedido por una cisterna. Probablemente se trata de un capitolium que, según
algunos autores, presidiría un foro. Entre el 100 a.C. y época de Augusto, frente al templo y sobre la
vertiente sur, se levantó un acceso en rampas sostenido por bóvedas paralelas. Estas construcciones
aterrazadas que integran el edificio religioso muestran una fuerte influencia de la arquitectura centroitálica que sugiere el deseo de la sociedad indígena saguntina de vincularse lo más posible a
Roma asumiendo monumentalmente sus símbolos ideológicos, aunque quizá cabría pensar en un
colectivo romano tempranamente radicado que impulsa tales realizaciones.
La profundidad de adopción de formulas arquitectónicas de tal trascendencia no se advierte en
otras poblaciones de origen prerromano mejor documentadas. Así, en Lucentum, a finales del siglo II
o principios del siguiente, se construye una potente muralla romana con torres de zócalo de sillería y
cuerpo superior de adobes, pero su perfecta adaptación al perímetro fortificado precedente y la ausencia por el momento de configuración urbana interior más bien parece responder a la creación de
un fortín (sólo abarca 3 ha) que no descartamos fuera levantado durante las guerras civiles sertorianas (80-73 a.C.). En La Alcudia de Elche sólo se constata la aparición de elementos que pueden sugerir la adopción de edificios singulares de tipología romana como el mosaico helenístico con nombres
ibéricos escritos en grafía latina de finales del siglo II a.C.
La fundación de Valentia. Es el hecho más trascendente desde el punto de vista del urbanismo y la
arquitectura romana en este periodo. A pocos km al sur de Sagunto y sobre la misma vía Heraklea,
Valentia nace en el año 138 a.C. como asentamiento en terreno virgen de los veteranos que habían luchado contra Viriato al mando del cónsul D. Junio Bruto.
Según las excavaciones arqueológicas en los primeros años tendría más el aspecto de un campamento militar, con tiendas, cabañas y barracones. Hacia el final del siglo II a.C. el asentamiento fue
dotándose de construcciones más sólidas, entre ellas la muralla. La ciudad se extendería sobre un
área junto al río de 10 ha de forma rectangular algo deformada con el eje mayor N-S y el centro situado bajo la actual Basílica de los Desamparados. En la Plaça de l’Almoina, justo detrás de este
templo, las excavaciones han puesto al descubierto varios edificios que muestran las pautas urbanas
y arquitectónicas. Destacan las termas, de las más antiguas de la Península y similares a las que en
su tiempo se realizaban en Italia. De pequeño tamaño con sólo tres habitaciones (vestuario, sala caliente y tibia), su característica principal es que todavía no consta de calefacción a través de cámara
de aire (hypocaustum) bajo los pisos de las salas calientes. Unicamente la bañera del caldarium recibía
agua caliente desde una caldera situada en la sala del horno contigua. Junto a este edificio, hacia poniente estaría el foro republicano del que se conocen las tabernae (tiendas o talleres) que delimitarían
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Vestigios del templo republicano de Sagunto (Valencia).
Siglo II a.C. [Fot. M. Olcina].
Este edificio sacro perdurará y mantendrá su preeminencia en el foro construído en época augustea.
La llamada ‘torre del toro’ de
la muralla republicana de
Lucentum. Finales del siglo
II o inicios del siglo I a.C.
[Fot. Archivo MARQ].
Se conserva el zócalo de sillería sobre el que se desarrollaba el cuerpo superior
de adobes.
uno de los lados. Al norte, separado por una calle, una construcción con varias naves paralelas interiores interpretada como un horreum o almacén. Este conjunto de edificios y otros hallazgos dispersos marcan una orientación de los espacios construidos y viales rigurosamente ortogonal N-S y E-O
con manzanas (insulae) de planta cuadrangular o rectangular.
En Valentia se fecha con precisión la introducción en nuestras tierras de materiales de construcción típicamente romanos como son la argamasa de cal, los morteros hidráulicos (signinum) y pavimentos cerámicos.
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La forma urbana, la tipología arquitectónica y los materiales de construcción empleados en fechas tan tempranas hablan claramente de una fundación romana. Pero además, el componente humano de esta época, conocido por el nombre de los magistrados monetales o el ritual de enterramiento en necrópolis como la de la calle Quart, señala el origen itálico. Su andadura histórica, sin
embargo quedó temporalmente truncada. En el año 75 a.C., Valentia, envuelta en la guerra civil, fue
destruida por los ejércitos de Pompeyo enfrentado al rebelde itálico Sertorio. La ciudad se cubrió de
ruinas y quedó prácticamente abandonada, aunque renació al inicio de la etapa imperial. La crisis
bélica tuvo su repercusión en el plano urbanístico puesto que la nueva configuración como ciudad
romana será algo más tardía que la de otros núcleos cercanos de origen indígena como Sagunto.
EL ALTO IMPERIO. En poco más de cien años se conformó el mapa de las ciudades romanas valencianas. No fue un proceso uniforme puesto que algunas nacieron tempranamente, con el primer emperador, Augusto (31-14) y otras fueron constituyéndose progresivamente hasta finales del siglo I.
Gran parte del equipamiento urbano será financiado por las élites locales movidas por un afán de
prestigio y emulación en un ambiente de fuerte competitividad. Un segmento social no despreciable
en la monumentalización urbana fueron los libertos que por medio de actos de liberalidad cívica, entre los que está la construcción de edificios, conseguían alcanzar el reconocimiento de la comunidad.
El impulso augusteo. Octavio Augusto acomete la reorganización del dilatado territorio conquistado por Roma y una de sus medidas principales, ya comenzada con César, fue la extensión del modelo de ciudad mediante la promoción jurídica de las ciudades preexistentes y la fundación de otras,
fenómenos que desencadenaron una autentica revolución en el plano urbanístico puesto que las ciudades tuvieron que dotarse de los espacios necesarios para desarrollar la administración y el modo
de vida romano de tal manera que es a partir de Augusto cuando podemos hablar del comienzo de
la generalización de la ciudad romana. Con estos edificios se extienden los nuevos materiales y técnicas de construcción: uso masivo de la argamasa en los aparejos de piedra y del opus caementicium
(hormigón de mortero de cal), el ladrillo, la teja, etc, aunque no se olvidan algunos materiales tradicionales como el adobe.
Termas republicanas de Valentia.
Una de las primeras de Hispania y que reafirman el carácter italico de sus habitantes en la primera andadura histórica de la ciudad.
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En el caso valenciano, el primer impulso sólo alcanzó a
cuatro ciudades: Saguntum, Saitabi, Ilici y Lucentum. No es casual esta lista puesto que son viejos núcleos prerromanos en
los que, al menos en las tres primeras no se advierte ruptura
de poblamiento y parecen haber sido favorecidas por Roma
desde el primer momento de conquista o más tarde (el caso
de Lucentum). Son ciudades que, por su evolución histórica,
estarían en condiciones de asumir el nuevo status y reformar
el paisaje construido.
Es Saguntum la que con más rotundidad se monumentaliza. Sin vecinos que pudieran rivalizar con ella, puesto que
Valentia permanecía casi deshabitada y Edeta aún no había nacido como ciudad, la vieja aliada de Roma, promocionada a
municipium durante los primeros años del reinado de Augusto, acomete y planifica en este periodo toda una serie de
edificios y reformas urbanas adaptadas a las condiciones topográficas previas. Es decir, la renovación urbana no supuso
el traslado del espacio habitado.
Gárgola de terracota con forma de perro.
Roma. Época Imperial. [Museo de Prehistoria
de Valencia].
Por la epigrafía sabemos de la reconstrucción de las murallas que en este periodo augusteo se renuevan o construyen
como elemento de dignificación de la ciudad más que como
elemento defensivo. Se acomete la monumentalización con la construcción del foro y continuando
con el teatro en los primeros emperadores julio-claudios aunque, muy probablemente, ya entrara en
la planificación augustea y se ejecutara una vez concluido el complejo forense.
El foro es el espacio público romano por excelencia donde se reúnen aquellos edificios que albergan los organismos de la vida civil (basílica o edificio judicial, la curia o lugar de reunión del senado
municipal entre otros) y de carácter religioso como los templos articulados en torno a una plaza comúnmente rectangular y porticada.
El foro de Sagunto se construyó en la parte superior de la montaña en el mismo lugar que se situaba el templo republicano que fue respetado y privilegiado para presidir toda la nueva configuración arquitectónica. Desde el punto de vista urbano, este nuevo foro seguiría perpetuando el área
central de la ciudad. Dado que se estableció sobre el área en declive para conseguir un plano de circulación y articulación horizontal de los diferentes y grandes edificios, hubo que practicar desmontes y construir nuevos y enormes aterrazamientos sobre la base de altos muros con contrafuertes. La
planta resultante estaba configurada por una plaza rectangular presidida al norte por el viejo templo
republicano y junto a éste la curia. Recayendo a los lados largos de la plaza, al E sucesión de tabernae
y al O la basílica. La formidable obra fue pagada por Cneo Baebio Gemino, miembro de una de las
familias más poderosas y antiguas de Sagunto. Su acción quedó reflejada en forma de inscripción
monumental en las losas que pavimentaban la plaza.
Teatro y foro crearían un imponente efecto escenográfico que quedaba subrayado desde el puente
sobre el río Palància situado en la prolongación del eje visual que pasaba entre ambos edificios. La
imagen de Saguntum en las primeras décadas del siglo I sería la de una ciudad desarrollada por la ladera norte desde la parte superior ocupando incluso el antiguo recinto ibérico donde se encuentran
numerosas construcciones romanas, fundamentalmente cisternas. De la trama urbana interior, que se
mostraría escalonada, prácticamente nada ha quedado. La intensa urbanización del núcleo medieval
y la constante utilización del castillo ha borrado sus huellas.
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En Saetabis, aunque desconocemos la extensión precisa del núcleo romano es muy posible que
en parte se emplazara en la misma área que el ibérico Saiti (del que se calcula una extensión de 8
ha) indicando una continuidad de poblamiento. La dispersión de los hallazgos la sitúan en la ladera norte de la cresta de la sierra del Castell y en el plano del escalón que le precede (área de
Montsant, San Fèlix, Bellveret y les Santes), no ocupando el área urbana medieval y moderna que
se desarrolló al pie de esa zona. A pesar de no conocer edificios singulares en parte por falta de investigaciones sistemáticas, es seguro que su monumentalización se daría en época augustea,
puesto que la ciudad recibió en ese tiempo el estatuto municipal. La riqueza derivada del lino y
los tejidos, cuya calidad es señalada por autores clásicos ya desde mediados del siglo I a.C. contribuiría al embellecimiento urbano.
En Lucentum la renovación urbana comenzará a mediados del siglo I a.C. y se intensificará en
época augustea con el acicate en este momento de la concesión del estatuto de municipio. Entre
aquella fecha y principios del siglo I se plasma la trama urbana con red de calles que tienden a la ortogonalidad delimitando insulae de variada extensión. Esta distribución nada tiene que ver con la
ocupación precedente, tal como vamos conociendo a partir de las últimas excavaciones. Con Augusto se levanta en el centro de la ciudad el foro, que actualmente está en proceso de excavación y
aparecen los primeros edificios típicos romanos como las termas que muestran todavía rasgos de los
edificios balnearios republicanos (con el hypocaustum limitado a la bañera y el caldario). A mediados
del siglo I éstas serán reformadas por M. Popilio Onyxs, sacerdote del culto Imperial, y muy proba-
Vista aérea de Sagunto (Valencia). [Paisajes españoles].
La ciudad romana imperial se desarrolló en la parte superior, donde se levantaron el foro y el teatro, y vertiente norte
del Cerro del Castillo.
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Vista aérea del Tossal de Manises (Lucentum). [Fot. Archivo MARQ].
blemente un liberto rico, que sufraga con esta obra y un templo (conocido por la epigrafía), parte del
escenario arquitectónico de esta pequeña ciudad que no superó, intramuros, las 3 ha de extensión.
La antigua capital meridional de los contestanos se convierte de facto en la colonia de Ilici en
época augustea, probablemente alrededor del 27 a.C. y con deductio, es decir, con instalación de un
contingente humano y reparto de tierras. Fueron legionarios veteranos como atestigua una emisión
monetal del 19 a.C. Además de los espacios y edificios oficiales necesarios para desarrollar la nueva
condición jurídica, el contingente de ciudadanos romanos llegados promovería aquellas construcciones que dieran satisfacción a su estilo de vida. Unos y otros supondrían una auténtica revolución urbana y arquitectónica de la que en realidad por ahora poco sabemos. Consta la erección de un templo a Juno cuya fachada se muestra en una emisión monetal poco posterior al año 12 a.C. La imagen
representa un templo sobre podio con cuatro columnas en la parte anterior. Recientemente se ha excavado un sector que se ha identificado con el foro en el que se encuentran dos templos. El que se ha
exhumado por completo no correspondería por su forma al ilustrado en las monedas ya que presenta sólo dos columnas en fachada.
La ciudad tendría una forma oblonga de perímetro algo irregular con el eje mayor N-S y de 10 ha
de extensión. Las calles excavadas, la dirección de los edificios y el trazado de las cloacas marcan
pautas ortogonales NO-SE, ya consolidadas en el último cuarto del siglo I a.C. pero de las que no
queda claro si su trazado originario es romano o ibérico.
La etapa Julio-Claudia y Flavia. Durante ambas dinastías de emperadores, que abarcan el siglo I, las
ciudades de promoción augustea van progresivamente monumentalizándose con la construcción de
edificios públicos tales como el teatro de Sagunto, los dos grandes complejos termales de Ilici situados casi enfrentados en los límites oeste y este, las termas de la Muralla en Lucentum, e incluso aparecen las viviendas de clara tipología romana en estas dos últimas ciudades.
Para la construcción del teatro saguntino, el único documentado hasta ahora en las ciudades romanas valencianas, se acondicionó la ladera de la montaña sobre la que se acomodó la cavea (graderío semicircular). La escena, apoyada sobre potentes muros que salvaban el desnivel, presentaba una fachada en tres órdenes columnados superpuestos. De este edificio cabría destacar también el abundante
uso del opus caementicium revestido de mampostería concertada (opus vittatum). Respecto a otro tipo de
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edificios de espectáculos de este momento en Ilici es posible que existiera un anfiteatro, hoy desaparecido y conocido sólo por referencias de época moderna. Al parecer se situaría junto al lado norte de la
ciudad, flanqueando la entrada por ese lado. En cuanto a los edificios termales, tanto los de Ilici como
el de Lucentum muestran los avances técnicos y el despliegue de salas que caracteriza estos edificios en
época altoimperial. Están dotados de vestuarios (apodyterium), sala fría (frigidarium), caliente
(caldarium) y tibia (tepidarium). El sistema de hypocausta (cámaras bajo los pisos por donde circula el
aire caliente originado por combustión de leña en el horno), afecta tanto al caldario como al tepidario y
la evacuación de humos se efectúa a través de las paredes mediante cámaras de aire construidas con
tubos o separadores cerámicos. Estas termas cuentan ya con amplias natationes (piscinas de agua fría).
Las mejores viviendas de tipo romano excavadas en Ilici, de finales del siglo I, se encuentran sobre todo en el lado oriental y responden, aunque de manera no rigurosa, a las de tipo pompeyano.
Presentan un desarrollo en profundidad de las distintas dependencias estructuradas alrededor de
un atrio columnado y con patios posteriores porticados con estanques cuyas paredes forman casetones cuadrangulares y semicirculares..
Pero lo más sobresaliente de los periodos julio-Claudio y flavio es la creación de varias ciudades
que constituirían la ‘segunda oleada’ urbanizadora. Un hecho trascendental fue la extensión del Ius Latii a Hispania por Vespasiano (73-74) que permitió la conversión a municipios de numerosos núcleos
de población y con ello el proceso de monumentalización y reorganización del espacio urbano.
En Dianium los datos arqueológicos muestran la creación de una población al pie de la vertiente
septentrional del cerro del Castell a partir de mediados del siglo I. Se terraplena una zona húmeda, alrededor de lo que hoy se conoce como l’Hort de Morand, y se trazan calles orientadas N-S y E-O. Hacia el norte, en la Avinguda de les Indústries, nace un barrio portuario con dos edificios de almacenaje.
Es posible que Dianium contara con un acueducto puesto que de aquí proviene una inscripción dedicada a un ciudadano que a sus expensas «trajo agua saludable a través de lugares difíciles».
El caso de Dénia supone la fundación de una entidad urbana sin continuidad con el emplazamiento anterior. Este enclave había sido la base naval de Sertorio y los vestigios arqueológicos indican una ocupación de la primera mitad del siglo I a.C. en la ladera septentrional del cerro del Castell,
Vista de las termas de
la partida de Mura en
Llíria (Valencia). Finales del siglo I. [Fot.
Museo Arqueológico
de Llíria].
El conjunto está formado por unas termas grandes y otras
pequeñas, y es el mayor complejo valenciano de este tipo.
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Reconstrucción infográfica de la ‘Domus de
Tepsicore’ (Valencia). [Archivo SIAM].
donde se conserva alguna construcción de sillería interpretada como parte de la fortificación. Puesto
que no existen vestigios de época ibérica, probablemente Dianium nace físicamente con el conflicto
sertoriano o poco antes, consolidándose a partir de entonces como enclave portuario redistribuidor
de la comarca. A partir de Augusto, con la intensa explotación del territorio según el modelo romano
de villae pasó a ser un centro productor y a estar en disposición económica y social para convertirse
física y jurídicamente en ciudad romana, lo cual implicó su creación ex novo. Es posible también que
su papel en el conflicto civil supusiera el que no entrara en las primeras promociones jurídicas augusteas, lo cual pudo retrasar su definitiva configuración urbanística y monumentalización.
En Edeta la ciudad romana también aparece completamente desplazada del núcleo anterior, indígena situado en el cerro de San Miguel, el cual después de la destrucción de principios del siglo II a.C.
muestra escasa presencia humana hasta un momento indeterminado del siglo I a.C. Lo que se constata es una ocupación en esos dos siglos de lugares en llano, nunca como entidad urbana definida
sino dedicadas muy posiblemente a la explotación agrícola.
Domus de Ilici (l’Alcudia d’Elx,
Alicante). [Fot. Archivo MARQ].
Vista del patio porticado (peristilo) con estanque central cuyas
paredes estaban decoradas con
casetones cuadrangulares y semicirculares.
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Los vestigios constructivos relacionables con el municipio remiten a un periodo que comienza en
la segunda mitad del siglo I situados al norte del núcleo histórico de la Llíria actual. Destaca el gran
complejo termal de época flavia vinculado a un pequeño templo en la partida de Mura y de los que
se ha excavado una superficie de casi 4000 m2. Son dos edificios de sillería independientes, probablemente para uso separado masculino y femenino situados en ángulo que flanquean una gran palestra
al aire libre. Presentan un recorrido lineal en las distintas dependencias (vestuario-frigidario, tepidario y caldario) y un desarrollado sistema de calefacción por hypocaustum.
Al oeste, se ha excavado una serie de construcciones que parecen corresponder a viviendas. Al
sur, también cercanos a las termas y a estas edificaciones, varios monumentos funerarios alineados
en las calles Duc de Llíria y Sant Vicent indicarían una vía en área extraurbana. Al norte de las termas, en Ca Porcar se halló el mosaico de los Trabajos de Hércules que correspondería a una villa suburbana. En la misma dirección, junto al antiguo camino de Valencia se encontraba la base incompleta de un arco que da nombre a la zona (Pla de l’Arc). Con los pocos datos de que se dispone, la
ciudad de Edeta parece haberse desarrollado al oeste de las termas de Mura. Si bien el municipio
quedaría configurado desde el punto de vista urbano en época flavia, algunos de sus investigadores
sitúan la promoción jurídica con Augusto. Pero no lo creemos probable puesto que, además del claro
momento de urbanización, el extenso corpus epigráfico no cuenta con inscripciones de época augustea y casi la totalidad se agrupa a finales del siglo I y en el siglo II . Varias lápidas pertenecen a
M. Cornelius Nigrinus Curiatus Maternus uno de los hijos más conspicuos de Edeta, rival de Trajano a
la sucesión del Imperio del que cabe sospechar financió parte del ornato edilicio.
Valentia renace como ciudad también a mediados del siglo I. Aunque ya a partir de finales del siglo anterior se tiene constancia de presencia humana esporádica, es a partir de aquella fecha cuando
se consolida el núcleo habitado tal como atestiguan algunas construcciones entre las destacan unas
pequeñas termas en la Plaza de la Reina.
Un gran cambio tendrá lugar en las últimas décadas del siglo I. Valentia comienza a dotarse de grandes construcciones públicas como el foro, emplazado en la actual Plaza de la Virgen y Basílica de los Desamparados, y a crecer hacia el este y sudeste doblando la superficie de la ciudad republicana. El foro
estaría configurado por una enorme plaza rectangular porticada presidida por el templo, ahora dedicado al Culto Imperial. Inmediato a él emplazó el mercado (macellum), edificio cerrado con patio central
y rodeado de tiendas dedicadas a la venta de alimentos y una monumental fuente pública (ninfeo). El
abastecimiento de agua constante no podía faltar en esta nueva ciudad. Restos de un acueducto se han
localizado en la calle Quart. El agua conducida llegaría a un gran depósito distribuidor (castellum aquae)
mencionado en una inscripción y que se levantaría entre las calles de Cabillers y Avellanes.
En este momento ya se constatan las viviendas familiares de las clases pudientes que responden a la
planta de casa itálica. La más destacada es la llamada domus de Tepsicore, hallada en el Palau de les
Corts, con atrio, jardín porticado trasero y decorada con espléndidos mosaicos y pinturas murales.
Esta ampliación urbana obligó a realizar obras de infraestructura y acondicionamiento del terreno, principalmente a desviar o cegar los canales fluviales que rodeaban la colonia republicana. La
ciudad imperial muestra una planta de calles de trazado ortogonal. El cardo máximo seguía el trazado de la actual calle del Salvador y el decumano máximo el de Cavallers y Quart cruzándose en el
área central junto al foro. Posiblemente el alcance y profundidad de esta fase urbana está ligada a la
instalación de un importante contingente humano durante el reinado de Vespasiano (69-79). Serían
los veterani que aparecen en las inscripciones posteriores.
Las dos últimas ciudades que nos quedan por considerar se encuentran a ambos extremos del territorio valenciano.
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Foro Valentia en época imperial. [Archivo SIAM].
El templo estaba situado en el área donde se levantó la catedral gótica. Al fondo el circo romano, en el límite oriental
de la ciudad romana.
Lesera ubicado al norte, en Forcall, fue un núcleo ibérico situado sobre una meseta alargada que supera
los 800 m de altura que recibió el estatuto municipal en época flavia probablemente como consecuencia
del edicto de Vespasiano lo que posiblemente desencadenó la monumentalización de la que sólo se conocen por ahora indicios. Sin embargo no pasó de ser una pequeña ciudad que llenaría un gran vacío en la
administración territorial en un territorio sin tradición urbana ya desde época ibérica plena. Se conoce
muy poco de su estructura física: el camino de acceso, un lienzo de muralla de 70 m de longitud, un gran
muro de opus caementicium, posible resto de un acueducto y que delimitaría, con la muralla, el área forense
situada en la terraza superior. La topografía impondría una red viaria principal de dirección N-S.
La localidad romana de la que menos sabemos de su localización concreta, estructura urbana y
arquitectura es la que existió en La Vila Joiosa. No se conoce si quiera su nombre latino cierto, aunque algunos investigadores la identifican con Allon o Allonis citada en algunas fuentes de tipo geográfico. Del carácter de ciudad, que en todo caso debió ser pequeña, no se duda ya que aparecen magistrados entre sus inscripciones y éstas apuntan claramente a una promoción jurídica de época
flavia. También la epigrafía menciona la existencia de un macellum (mercado) que fue restaurado con
dinero propio por Marco Sempronio Himne lo que indica un cierto grado de desarrollo arquitectónico y una clase social de conducta urbana. Sobre su ubicación, la dispersión de hallazgos y ubicación de las construcciones más destacadas (el monumento funerario de la Torre de San José), apuntan a los alrededores del río Torres al norte de la población actual.
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El siglo II. Especialmente en su primera mitad la mayoría de las ciudades romanas alcanzan su plenitud, pero al mismo tiempo ya se advierten síntomas de decadencia. El primer fenómeno se comprueba
en Saguntum, Valentia, e Ilici, mientras que la crisis, muy aguda, es manifiesta en Lucentum.
La imagen urbana de Sagunto en el siglo II parece apuntar a una intensa ocupación de villas al
exterior del pomerium en la llanura entre la muralla y el río y en la confluencia de las vía Augusta y la
que comunicaba con el puerto (el Grau Vell), al pie de la ladera oriental. En esas áreas el paisaje construido estaba salpicado por construcciones privadas, como la domus del solar de la calle Romeu, o las
desaparecidas junto a la parroquia del Salvador, y grandes monumentos funerarios como el de la
Gens Sergia o el que se emplaza en el colegio Romeu. Posiblemente, debido a la incomodidad del emplazamiento en altura, la dinámica urbana se orientó a espacios mejor comunicados con el entorno
geográfico evitando el aislamiento de la ocupación cimera. Síntoma de este hecho es que el foro a
partir del siglo I, va perdiendo importancia como lo indica la escasa presencia de inscripciones honoríficas posteriores consolidándose otro posible centro cívico alrededor del Ayuntamiento y Plaza Mayor. El desplazamiento del centro de gravedad urbano puede explicar la posición del circo, construido a mediados del siglo II junto al cauce del río que interrumpe la anterior comunicación entre
puente y el elevado centro urbano augusteo.
Valentia sigue equipándose de edificios de carácter público como son las termas de la calle Salvador, pero lo más sobresaliente es la construcción del circo a mediados del siglo II.
Los circos son las mayores construcciones, en superficie, de todo el mundo romano, capaces de
albergar a miles de espectadores ávidos de contemplar carreras de carros. Su forma es alargada, con
las gradas perimetrales y una barrera central (spina) alrededor de la cual competían los carros. Debido a su elevado coste y la enorme superficie de terreno que requiere es el edificio de espectáculos
Vista de la excavación de
l’Almoina (Valencia). [Archivo SIAM].
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Entrada al recinto de Lesera
(La Moleta dels Frares,
Castellón). [Fot. F. Arasa].
La más septentrional de las
ciudades romanas valencianas recibió el estatuto municipal en época flavia. Fue
abandonada en el siglo III.
menos construido. Por ello sólo están presentes en las ciudades más importantes. En tierras valencianas
en Sagunto y en Valencia. El primero, hoy desaparecido, se situó frente a la ciudad junto al río. El de Valentia se ha descubierto recientemente gracias a las excavaciones en distintos solares de la ciudad. Se
construyó en el lado de levante entre las actuales calles Barón de Petrés, donde se situarían las carceres o
compartimentos desde donde tomaban la salida los carros, hasta la calle de la Pau, emplazamiento de la
cabecera, de forma semicircular. Ambos edificios muestran características semejantes como son las dimensiones (350 x 70 metros el de Valentia y alrededor de 350 x 73 metros el de Saguntum) y que las gradas serían de madera apoyadas en los muros perimetrales.
En Lucentum el panorama es completamente distinto. Ya en época flavia las cloacas se ciegan y a
mediados del siglo II se documentan expolios de materiales de construcción. En el siglo III la ciudad
está prácticamente abandonada. Su crisis, en términos concretos, hay que entenderla desde el punto
de vista económico por la competencia y erosión de su desarrollo que le supondría la vecina Ilici con
mejores condiciones para concentrar la actividad comercial y mayor capacidad de producción agrícola en el marco de un espacio geográfico reducido
EL FINAL DE UN CICLO URBANO. El siglo III es un periodo que actúa a modo de bisagra en la historia de
las ciudades romanas. Se hace evidente las huellas de declive en forma de abandonos de edificios o
sectores urbanos e, incluso, como en el caso de Lucentum y también Lesera, sufrirán el despoblamiento.
Las causas del decaimiento son múltiples dentro de un clima de crisis generalizado. Pero desde un
punto de vista urbanístico, probablemente las ciudades durante el Alto Imperio estaban sobredimensionadas respecto a su capacidad económica. La iniciativa privada causante en gran parte del embellecimiento compulsivo de sus lugares de origen o residencia, deserta de esta actividad y el mantenimiento de la infraestructura urbana y de los edificios públicos recae en la caja municipal que no es
capaz de disponer de los recursos suficientes. Las clases pudientes invertirán a partir de esta época en
sus residencias campestres. Villae suntuosas como las de Calpe, Xauxelles en Villajoyosa o de Algorós
en el Campo de Elche, de los siglos III y IV, son buena muestra de este fenómeno.
Muchas ciudades valencianas sobrevivirán, e incluso con vigor durante el siglo IV, como Valentia
o la propia Ilici. Pero el escenario construido y la vida urbana serán distintos.
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URBANISMO Y ARQUITECTURA
EN LAS CIUDADES ROMANAS VALENCIANAS
MANUEL OLCINA
MARQ. Museo Arqueológico Provincial. Alicante
En nuestra historia, la civilización romana es la primera que ha dejado huellas reconocibles en el
territorio. La racionalidad y solidez de la configuración urbana y la creación de construcciones monumentales que marcaban de manera rotunda en el ámbito de las ciudades (y también en el medio
rural), sus códigos culturales, sociales, económicos e ideológicos, transformaron, como en ningún
momento anterior, el paisaje del occidente europeo. Tal presencia se debe al papel fundamental de la
urbanización que Roma utiliza como instrumento de consolidación de los territorios adquiridos y difusión de sus modelos culturales de tal manera que el esplendor del Alto Imperio (siglos I y II) se
debe en buena medida a que está cimentado en una extensa red de ciudades.
LA CIUDAD. CUESTIONES GENERALES
En el mundo romano, la ciudad puede definirse desde el punto de vista de su configuración física y funcional y desde el de su constitución jurídica. En el primer aspecto se muestra como una
aglomeración destacada, definida por un límite (pomerium) concretado a menudo por la muralla y en
la que se distribuyen los edificios y complejos arquitectónicos mínimos (foro, termas, templos), que
posibilitan el modo de vida romano. El enriquecimiento y crecimiento de las ciudades dió lugar a la
aparición en las áreas periurbanas de grandes monumentos funerarios en los cementerios, barrios de
villas, instalaciones artesanales y, a veces, edificios de espectáculos que diluyeron la imagen compacta del núcleo urbano.
Jurídicamente la ciudad se define como una entidad que disfrutaba de amplia autonomía administrativa cuya plasmación legal, en los niveles más altos, se concreta en dos regímenes: colonias y municipios.
Las colonias por lo general llevan aparejadas la implantación de población de ciudadanos en una ciudad
creada ex novo o en núcleos indígenas, mientras que los municipios suponen la promoción jurídica de éstos. Paisaje urbano romano y privilegio administrativo no siempre coinciden, pero es evidente que este
último desencadenó en muchos casos la renovación y monumentalización de la trama urbana. De igual
modo, las poblaciones que habían realizado un esfuerzo por aproximarse a los patrones urbanos romanos fueron asimismo recompensadas con la promoción jurídica. Dependerá de las circunstancias propias
de cada ciudad el grado de desarrollo urbano y su despliegue arquitectónico.
Volviendo al aspecto físico, la forma urbana en una fundación ex novo corresponde al modelo colonial: límite amurallado, regularidad de su trama con calles de trazado ortogonal delimitando man-
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Las ciudades romanas valencianas.
[Dibujo A. Sánchez].
zanas (insulae) cuadradas o rectangulares, emplazamiento del foro en la intersección de las
vías principales (cardo y decumano). Pero este
patrón, que es la imagen que comúnmente se
asocia a la ciudad romana, no es automáticamente transportable a aquellas ciudades que
arrancan de realidades preexistentes, donde los
condicionamientos de tipo orográfico o constructivo pueden dar lugar a formas variables
dentro de la tendencia a la regularidad y a la
distribución racional de los espacios públicos y
privados. Del mismo modo, la ciudad romana
no es un fenómeno de implantación uniforme
en el tiempo y en los distintos territorios. Las
bases culturales de las regiones adquiridas y la
evolución del propio estado romano, determinaron los ritmos de implantación y los modelos.
A partir de estas premisas y ciñéndonos al
caso del urbanismo romano en las tierras valencianas analizaremos las etapas de creación
de las ciudades y las características de cada una
de ellas según el estado actual de la investigación. Teniendo en cuenta las definiciones básicas ya mencionadas, al final del proceso, el mapa urbano romano estará ocupado por nueve ciudades, de norte a
sur: Lesera (El Forcall, Castellón), Saguntum (Sagunto, Valencia), Edeta (Llíria, Valencia), Valentia (Valencia), Saetabis (Xàtiva, Valencia), Dianium (Dènia, Alicante), el municipio de nombre latino debatido emplazado en La Vila Joiosa (Alicante), Lucentum (Alicante) e Ilici (La Alcudia de Elche).
EL PROCESO DE DESARROLLO URBANO Y ARQUITECTÓNICO
ROMA Y LAS CIUDADES IBÉRICAS. Cuando Roma venció a Cartago en la Segunda Guerra Púnica a finales del siglo III a.C. incorporó a sus dominios los pueblos íberos del oriente y mediodía peninsular.
En tierras valencianas los edetanos, en el centro, y los contestanos en el sur contaban con varios núcleos de población que pueden ser considerados ciudades mientras que la Ilercavonia al norte, presentaba menos rasgos urbanos. En algunas de ellas, la arqueología ha mostrado destrucciones que
podrían situarse en el escenario de la represión de las revueltas indígenas dirigida por Catón (inicios
del siglo II a.C.). Creemos que estos hechos serán decisivos en el proceso de conformación del mapa
y la configuración particular de las ciudades romanas. Así, la destrucción de Edeta, la capital de los
edetanos, y su posterior decaimiento estaría en el origen de la discontinuidad física y retardo de su
monumentalización. En Lucentum la destrucción detectada en las últimas excavaciones y la atonía
durante el siglo II a.C. serían causas de su escaso desarrollo posterior frente a otras ciudades cercanas. Por el contrario, ciudades ibéricas tan destacadas como Arse, Saiti y la radicada en la Alcudia de
Elche llegarán a ser importantes ciudades romanas (Saguntum, Saetabis e Ilici respectivamente) que
tienen como características comunes la no ruptura física, y la promoción jurídica y monumentalización
augustea. Como conclusión a este primer momento Roma se apoyó para consolidar su poder en los
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URBANISMO Y ARQUITECTURA EN LAS CIUDADES ROMANAS VALENCIANAS • MANUEL OLCINA
centros urbanos existentes, pero no en todos. Un indicio de aquéllo se encuentra en Sagunto donde
la primera construcción romana documentada (primer cuarto del siglo II a.C.) es una torre que formaría parte de una muralla en la parte superior del cerro del Castell al E del núcleo ibérico. En definitiva, el modelo de control territorial pasó por quebrar la estructura de poblamiento anulando la capacidad rectora de algunas ciudades (y por tanto alterar la jerarquía social) y apoyarse en otras
según sus intereses.
LA ETAPA REPUBLICANA. Hasta la constitución del poder personal de Octavio Augusto quien inauguró un periodo muy distinto de organización de las tierras conquistadas, Roma se limitará a proyectar su modelo de ciudad en contados casos, sólo en aquellas fundaciones de nueva creación de
las cuales tenemos un magnífico ejemplo en Valentia.
Sin embargo, en Sagunto, especialmente ligada a Roma por su fidelidad durante la Segunda
Guerra Púnica, a lo largo del siglo II a.C. se construye, en el área que cercaría la primera muralla romana indicada arriba, un complejo arquitectónico aterrazado presidido por un templo de cella tripartita y alto podio precedido por una cisterna. Probablemente se trata de un capitolium que, según
algunos autores, presidiría un foro. Entre el 100 a.C. y época de Augusto, frente al templo y sobre la
vertiente sur, se levantó un acceso en rampas sostenido por bóvedas paralelas. Estas construcciones
aterrazadas que integran el edificio religioso muestran una fuerte influencia de la arquitectura centroitálica que sugiere el deseo de la sociedad indígena saguntina de vincularse lo más posible a
Roma asumiendo monumentalmente sus símbolos ideológicos, aunque quizá cabría pensar en un
colectivo romano tempranamente radicado que impulsa tales realizaciones.
La profundidad de adopción de formulas arquitectónicas de tal trascendencia no se advierte en
otras poblaciones de origen prerromano mejor documentadas. Así, en Lucentum, a finales del siglo II
o principios del siguiente, se construye una potente muralla romana con torres de zócalo de sillería y
cuerpo superior de adobes, pero su perfecta adaptación al perímetro fortificado precedente y la ausencia por el momento de configuración urbana interior más bien parece responder a la creación de
un fortín (sólo abarca 3 ha) que no descartamos fuera levantado durante las guerras civiles sertorianas (80-73 a.C.). En La Alcudia de Elche sólo se constata la aparición de elementos que pueden sugerir la adopción de edificios singulares de tipología romana como el mosaico helenístico con nombres
ibéricos escritos en grafía latina de finales del siglo II a.C.
La fundación de Valentia. Es el hecho más trascendente desde el punto de vista del urbanismo y la
arquitectura romana en este periodo. A pocos km al sur de Sagunto y sobre la misma vía Heraklea,
Valentia nace en el año 138 a.C. como asentamiento en terreno virgen de los veteranos que habían luchado contra Viriato al mando del cónsul D. Junio Bruto.
Según las excavaciones arqueológicas en los primeros años tendría más el aspecto de un campamento militar, con tiendas, cabañas y barracones. Hacia el final del siglo II a.C. el asentamiento fue
dotándose de construcciones más sólidas, entre ellas la muralla. La ciudad se extendería sobre un
área junto al río de 10 ha de forma rectangular algo deformada con el eje mayor N-S y el centro situado bajo la actual Basílica de los Desamparados. En la Plaça de l’Almoina, justo detrás de este
templo, las excavaciones han puesto al descubierto varios edificios que muestran las pautas urbanas
y arquitectónicas. Destacan las termas, de las más antiguas de la Península y similares a las que en
su tiempo se realizaban en Italia. De pequeño tamaño con sólo tres habitaciones (vestuario, sala caliente y tibia), su característica principal es que todavía no consta de calefacción a través de cámara
de aire (hypocaustum) bajo los pisos de las salas calientes. Unicamente la bañera del caldarium recibía
agua caliente desde una caldera situada en la sala del horno contigua. Junto a este edificio, hacia poniente estaría el foro republicano del que se conocen las tabernae (tiendas o talleres) que delimitarían
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Vestigios del templo republicano de Sagunto (Valencia).
Siglo II a.C. [Fot. M. Olcina].
Este edificio sacro perdurará y mantendrá su preeminencia en el foro construído en época augustea.
La llamada ‘torre del toro’ de
la muralla republicana de
Lucentum. Finales del siglo
II o inicios del siglo I a.C.
[Fot. Archivo MARQ].
Se conserva el zócalo de sillería sobre el que se desarrollaba el cuerpo superior
de adobes.
uno de los lados. Al norte, separado por una calle, una construcción con varias naves paralelas interiores interpretada como un horreum o almacén. Este conjunto de edificios y otros hallazgos dispersos marcan una orientación de los espacios construidos y viales rigurosamente ortogonal N-S y E-O
con manzanas (insulae) de planta cuadrangular o rectangular.
En Valentia se fecha con precisión la introducción en nuestras tierras de materiales de construcción típicamente romanos como son la argamasa de cal, los morteros hidráulicos (signinum) y pavimentos cerámicos.
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URBANISMO Y ARQUITECTURA EN LAS CIUDADES ROMANAS VALENCIANAS • MANUEL OLCINA
La forma urbana, la tipología arquitectónica y los materiales de construcción empleados en fechas tan tempranas hablan claramente de una fundación romana. Pero además, el componente humano de esta época, conocido por el nombre de los magistrados monetales o el ritual de enterramiento en necrópolis como la de la calle Quart, señala el origen itálico. Su andadura histórica, sin
embargo quedó temporalmente truncada. En el año 75 a.C., Valentia, envuelta en la guerra civil, fue
destruida por los ejércitos de Pompeyo enfrentado al rebelde itálico Sertorio. La ciudad se cubrió de
ruinas y quedó prácticamente abandonada, aunque renació al inicio de la etapa imperial. La crisis
bélica tuvo su repercusión en el plano urbanístico puesto que la nueva configuración como ciudad
romana será algo más tardía que la de otros núcleos cercanos de origen indígena como Sagunto.
EL ALTO IMPERIO. En poco más de cien años se conformó el mapa de las ciudades romanas valencianas. No fue un proceso uniforme puesto que algunas nacieron tempranamente, con el primer emperador, Augusto (31-14) y otras fueron constituyéndose progresivamente hasta finales del siglo I.
Gran parte del equipamiento urbano será financiado por las élites locales movidas por un afán de
prestigio y emulación en un ambiente de fuerte competitividad. Un segmento social no despreciable
en la monumentalización urbana fueron los libertos que por medio de actos de liberalidad cívica, entre los que está la construcción de edificios, conseguían alcanzar el reconocimiento de la comunidad.
El impulso augusteo. Octavio Augusto acomete la reorganización del dilatado territorio conquistado por Roma y una de sus medidas principales, ya comenzada con César, fue la extensión del modelo de ciudad mediante la promoción jurídica de las ciudades preexistentes y la fundación de otras,
fenómenos que desencadenaron una autentica revolución en el plano urbanístico puesto que las ciudades tuvieron que dotarse de los espacios necesarios para desarrollar la administración y el modo
de vida romano de tal manera que es a partir de Augusto cuando podemos hablar del comienzo de
la generalización de la ciudad romana. Con estos edificios se extienden los nuevos materiales y técnicas de construcción: uso masivo de la argamasa en los aparejos de piedra y del opus caementicium
(hormigón de mortero de cal), el ladrillo, la teja, etc, aunque no se olvidan algunos materiales tradicionales como el adobe.
Termas republicanas de Valentia.
Una de las primeras de Hispania y que reafirman el carácter italico de sus habitantes en la primera andadura histórica de la ciudad.
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
En el caso valenciano, el primer impulso sólo alcanzó a
cuatro ciudades: Saguntum, Saitabi, Ilici y Lucentum. No es casual esta lista puesto que son viejos núcleos prerromanos en
los que, al menos en las tres primeras no se advierte ruptura
de poblamiento y parecen haber sido favorecidas por Roma
desde el primer momento de conquista o más tarde (el caso
de Lucentum). Son ciudades que, por su evolución histórica,
estarían en condiciones de asumir el nuevo status y reformar
el paisaje construido.
Es Saguntum la que con más rotundidad se monumentaliza. Sin vecinos que pudieran rivalizar con ella, puesto que
Valentia permanecía casi deshabitada y Edeta aún no había nacido como ciudad, la vieja aliada de Roma, promocionada a
municipium durante los primeros años del reinado de Augusto, acomete y planifica en este periodo toda una serie de
edificios y reformas urbanas adaptadas a las condiciones topográficas previas. Es decir, la renovación urbana no supuso
el traslado del espacio habitado.
Gárgola de terracota con forma de perro.
Roma. Época Imperial. [Museo de Prehistoria
de Valencia].
Por la epigrafía sabemos de la reconstrucción de las murallas que en este periodo augusteo se renuevan o construyen
como elemento de dignificación de la ciudad más que como
elemento defensivo. Se acomete la monumentalización con la construcción del foro y continuando
con el teatro en los primeros emperadores julio-claudios aunque, muy probablemente, ya entrara en
la planificación augustea y se ejecutara una vez concluido el complejo forense.
El foro es el espacio público romano por excelencia donde se reúnen aquellos edificios que albergan los organismos de la vida civil (basílica o edificio judicial, la curia o lugar de reunión del senado
municipal entre otros) y de carácter religioso como los templos articulados en torno a una plaza comúnmente rectangular y porticada.
El foro de Sagunto se construyó en la parte superior de la montaña en el mismo lugar que se situaba el templo republicano que fue respetado y privilegiado para presidir toda la nueva configuración arquitectónica. Desde el punto de vista urbano, este nuevo foro seguiría perpetuando el área
central de la ciudad. Dado que se estableció sobre el área en declive para conseguir un plano de circulación y articulación horizontal de los diferentes y grandes edificios, hubo que practicar desmontes y construir nuevos y enormes aterrazamientos sobre la base de altos muros con contrafuertes. La
planta resultante estaba configurada por una plaza rectangular presidida al norte por el viejo templo
republicano y junto a éste la curia. Recayendo a los lados largos de la plaza, al E sucesión de tabernae
y al O la basílica. La formidable obra fue pagada por Cneo Baebio Gemino, miembro de una de las
familias más poderosas y antiguas de Sagunto. Su acción quedó reflejada en forma de inscripción
monumental en las losas que pavimentaban la plaza.
Teatro y foro crearían un imponente efecto escenográfico que quedaba subrayado desde el puente
sobre el río Palància situado en la prolongación del eje visual que pasaba entre ambos edificios. La
imagen de Saguntum en las primeras décadas del siglo I sería la de una ciudad desarrollada por la ladera norte desde la parte superior ocupando incluso el antiguo recinto ibérico donde se encuentran
numerosas construcciones romanas, fundamentalmente cisternas. De la trama urbana interior, que se
mostraría escalonada, prácticamente nada ha quedado. La intensa urbanización del núcleo medieval
y la constante utilización del castillo ha borrado sus huellas.
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URBANISMO Y ARQUITECTURA EN LAS CIUDADES ROMANAS VALENCIANAS • MANUEL OLCINA
En Saetabis, aunque desconocemos la extensión precisa del núcleo romano es muy posible que
en parte se emplazara en la misma área que el ibérico Saiti (del que se calcula una extensión de 8
ha) indicando una continuidad de poblamiento. La dispersión de los hallazgos la sitúan en la ladera norte de la cresta de la sierra del Castell y en el plano del escalón que le precede (área de
Montsant, San Fèlix, Bellveret y les Santes), no ocupando el área urbana medieval y moderna que
se desarrolló al pie de esa zona. A pesar de no conocer edificios singulares en parte por falta de investigaciones sistemáticas, es seguro que su monumentalización se daría en época augustea,
puesto que la ciudad recibió en ese tiempo el estatuto municipal. La riqueza derivada del lino y
los tejidos, cuya calidad es señalada por autores clásicos ya desde mediados del siglo I a.C. contribuiría al embellecimiento urbano.
En Lucentum la renovación urbana comenzará a mediados del siglo I a.C. y se intensificará en
época augustea con el acicate en este momento de la concesión del estatuto de municipio. Entre
aquella fecha y principios del siglo I se plasma la trama urbana con red de calles que tienden a la ortogonalidad delimitando insulae de variada extensión. Esta distribución nada tiene que ver con la
ocupación precedente, tal como vamos conociendo a partir de las últimas excavaciones. Con Augusto se levanta en el centro de la ciudad el foro, que actualmente está en proceso de excavación y
aparecen los primeros edificios típicos romanos como las termas que muestran todavía rasgos de los
edificios balnearios republicanos (con el hypocaustum limitado a la bañera y el caldario). A mediados
del siglo I éstas serán reformadas por M. Popilio Onyxs, sacerdote del culto Imperial, y muy proba-
Vista aérea de Sagunto (Valencia). [Paisajes españoles].
La ciudad romana imperial se desarrolló en la parte superior, donde se levantaron el foro y el teatro, y vertiente norte
del Cerro del Castillo.
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Vista aérea del Tossal de Manises (Lucentum). [Fot. Archivo MARQ].
blemente un liberto rico, que sufraga con esta obra y un templo (conocido por la epigrafía), parte del
escenario arquitectónico de esta pequeña ciudad que no superó, intramuros, las 3 ha de extensión.
La antigua capital meridional de los contestanos se convierte de facto en la colonia de Ilici en
época augustea, probablemente alrededor del 27 a.C. y con deductio, es decir, con instalación de un
contingente humano y reparto de tierras. Fueron legionarios veteranos como atestigua una emisión
monetal del 19 a.C. Además de los espacios y edificios oficiales necesarios para desarrollar la nueva
condición jurídica, el contingente de ciudadanos romanos llegados promovería aquellas construcciones que dieran satisfacción a su estilo de vida. Unos y otros supondrían una auténtica revolución urbana y arquitectónica de la que en realidad por ahora poco sabemos. Consta la erección de un templo a Juno cuya fachada se muestra en una emisión monetal poco posterior al año 12 a.C. La imagen
representa un templo sobre podio con cuatro columnas en la parte anterior. Recientemente se ha excavado un sector que se ha identificado con el foro en el que se encuentran dos templos. El que se ha
exhumado por completo no correspondería por su forma al ilustrado en las monedas ya que presenta sólo dos columnas en fachada.
La ciudad tendría una forma oblonga de perímetro algo irregular con el eje mayor N-S y de 10 ha
de extensión. Las calles excavadas, la dirección de los edificios y el trazado de las cloacas marcan
pautas ortogonales NO-SE, ya consolidadas en el último cuarto del siglo I a.C. pero de las que no
queda claro si su trazado originario es romano o ibérico.
La etapa Julio-Claudia y Flavia. Durante ambas dinastías de emperadores, que abarcan el siglo I, las
ciudades de promoción augustea van progresivamente monumentalizándose con la construcción de
edificios públicos tales como el teatro de Sagunto, los dos grandes complejos termales de Ilici situados casi enfrentados en los límites oeste y este, las termas de la Muralla en Lucentum, e incluso aparecen las viviendas de clara tipología romana en estas dos últimas ciudades.
Para la construcción del teatro saguntino, el único documentado hasta ahora en las ciudades romanas valencianas, se acondicionó la ladera de la montaña sobre la que se acomodó la cavea (graderío semicircular). La escena, apoyada sobre potentes muros que salvaban el desnivel, presentaba una fachada en tres órdenes columnados superpuestos. De este edificio cabría destacar también el abundante
uso del opus caementicium revestido de mampostería concertada (opus vittatum). Respecto a otro tipo de
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URBANISMO Y ARQUITECTURA EN LAS CIUDADES ROMANAS VALENCIANAS • MANUEL OLCINA
edificios de espectáculos de este momento en Ilici es posible que existiera un anfiteatro, hoy desaparecido y conocido sólo por referencias de época moderna. Al parecer se situaría junto al lado norte de la
ciudad, flanqueando la entrada por ese lado. En cuanto a los edificios termales, tanto los de Ilici como
el de Lucentum muestran los avances técnicos y el despliegue de salas que caracteriza estos edificios en
época altoimperial. Están dotados de vestuarios (apodyterium), sala fría (frigidarium), caliente
(caldarium) y tibia (tepidarium). El sistema de hypocausta (cámaras bajo los pisos por donde circula el
aire caliente originado por combustión de leña en el horno), afecta tanto al caldario como al tepidario y
la evacuación de humos se efectúa a través de las paredes mediante cámaras de aire construidas con
tubos o separadores cerámicos. Estas termas cuentan ya con amplias natationes (piscinas de agua fría).
Las mejores viviendas de tipo romano excavadas en Ilici, de finales del siglo I, se encuentran sobre todo en el lado oriental y responden, aunque de manera no rigurosa, a las de tipo pompeyano.
Presentan un desarrollo en profundidad de las distintas dependencias estructuradas alrededor de
un atrio columnado y con patios posteriores porticados con estanques cuyas paredes forman casetones cuadrangulares y semicirculares..
Pero lo más sobresaliente de los periodos julio-Claudio y flavio es la creación de varias ciudades
que constituirían la ‘segunda oleada’ urbanizadora. Un hecho trascendental fue la extensión del Ius Latii a Hispania por Vespasiano (73-74) que permitió la conversión a municipios de numerosos núcleos
de población y con ello el proceso de monumentalización y reorganización del espacio urbano.
En Dianium los datos arqueológicos muestran la creación de una población al pie de la vertiente
septentrional del cerro del Castell a partir de mediados del siglo I. Se terraplena una zona húmeda, alrededor de lo que hoy se conoce como l’Hort de Morand, y se trazan calles orientadas N-S y E-O. Hacia el norte, en la Avinguda de les Indústries, nace un barrio portuario con dos edificios de almacenaje.
Es posible que Dianium contara con un acueducto puesto que de aquí proviene una inscripción dedicada a un ciudadano que a sus expensas «trajo agua saludable a través de lugares difíciles».
El caso de Dénia supone la fundación de una entidad urbana sin continuidad con el emplazamiento anterior. Este enclave había sido la base naval de Sertorio y los vestigios arqueológicos indican una ocupación de la primera mitad del siglo I a.C. en la ladera septentrional del cerro del Castell,
Vista de las termas de
la partida de Mura en
Llíria (Valencia). Finales del siglo I. [Fot.
Museo Arqueológico
de Llíria].
El conjunto está formado por unas termas grandes y otras
pequeñas, y es el mayor complejo valenciano de este tipo.
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Reconstrucción infográfica de la ‘Domus de
Tepsicore’ (Valencia). [Archivo SIAM].
donde se conserva alguna construcción de sillería interpretada como parte de la fortificación. Puesto
que no existen vestigios de época ibérica, probablemente Dianium nace físicamente con el conflicto
sertoriano o poco antes, consolidándose a partir de entonces como enclave portuario redistribuidor
de la comarca. A partir de Augusto, con la intensa explotación del territorio según el modelo romano
de villae pasó a ser un centro productor y a estar en disposición económica y social para convertirse
física y jurídicamente en ciudad romana, lo cual implicó su creación ex novo. Es posible también que
su papel en el conflicto civil supusiera el que no entrara en las primeras promociones jurídicas augusteas, lo cual pudo retrasar su definitiva configuración urbanística y monumentalización.
En Edeta la ciudad romana también aparece completamente desplazada del núcleo anterior, indígena situado en el cerro de San Miguel, el cual después de la destrucción de principios del siglo II a.C.
muestra escasa presencia humana hasta un momento indeterminado del siglo I a.C. Lo que se constata es una ocupación en esos dos siglos de lugares en llano, nunca como entidad urbana definida
sino dedicadas muy posiblemente a la explotación agrícola.
Domus de Ilici (l’Alcudia d’Elx,
Alicante). [Fot. Archivo MARQ].
Vista del patio porticado (peristilo) con estanque central cuyas
paredes estaban decoradas con
casetones cuadrangulares y semicirculares.
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URBANISMO Y ARQUITECTURA EN LAS CIUDADES ROMANAS VALENCIANAS • MANUEL OLCINA
Los vestigios constructivos relacionables con el municipio remiten a un periodo que comienza en
la segunda mitad del siglo I situados al norte del núcleo histórico de la Llíria actual. Destaca el gran
complejo termal de época flavia vinculado a un pequeño templo en la partida de Mura y de los que
se ha excavado una superficie de casi 4000 m2. Son dos edificios de sillería independientes, probablemente para uso separado masculino y femenino situados en ángulo que flanquean una gran palestra
al aire libre. Presentan un recorrido lineal en las distintas dependencias (vestuario-frigidario, tepidario y caldario) y un desarrollado sistema de calefacción por hypocaustum.
Al oeste, se ha excavado una serie de construcciones que parecen corresponder a viviendas. Al
sur, también cercanos a las termas y a estas edificaciones, varios monumentos funerarios alineados
en las calles Duc de Llíria y Sant Vicent indicarían una vía en área extraurbana. Al norte de las termas, en Ca Porcar se halló el mosaico de los Trabajos de Hércules que correspondería a una villa suburbana. En la misma dirección, junto al antiguo camino de Valencia se encontraba la base incompleta de un arco que da nombre a la zona (Pla de l’Arc). Con los pocos datos de que se dispone, la
ciudad de Edeta parece haberse desarrollado al oeste de las termas de Mura. Si bien el municipio
quedaría configurado desde el punto de vista urbano en época flavia, algunos de sus investigadores
sitúan la promoción jurídica con Augusto. Pero no lo creemos probable puesto que, además del claro
momento de urbanización, el extenso corpus epigráfico no cuenta con inscripciones de época augustea y casi la totalidad se agrupa a finales del siglo I y en el siglo II . Varias lápidas pertenecen a
M. Cornelius Nigrinus Curiatus Maternus uno de los hijos más conspicuos de Edeta, rival de Trajano a
la sucesión del Imperio del que cabe sospechar financió parte del ornato edilicio.
Valentia renace como ciudad también a mediados del siglo I. Aunque ya a partir de finales del siglo anterior se tiene constancia de presencia humana esporádica, es a partir de aquella fecha cuando
se consolida el núcleo habitado tal como atestiguan algunas construcciones entre las destacan unas
pequeñas termas en la Plaza de la Reina.
Un gran cambio tendrá lugar en las últimas décadas del siglo I. Valentia comienza a dotarse de grandes construcciones públicas como el foro, emplazado en la actual Plaza de la Virgen y Basílica de los Desamparados, y a crecer hacia el este y sudeste doblando la superficie de la ciudad republicana. El foro
estaría configurado por una enorme plaza rectangular porticada presidida por el templo, ahora dedicado al Culto Imperial. Inmediato a él emplazó el mercado (macellum), edificio cerrado con patio central
y rodeado de tiendas dedicadas a la venta de alimentos y una monumental fuente pública (ninfeo). El
abastecimiento de agua constante no podía faltar en esta nueva ciudad. Restos de un acueducto se han
localizado en la calle Quart. El agua conducida llegaría a un gran depósito distribuidor (castellum aquae)
mencionado en una inscripción y que se levantaría entre las calles de Cabillers y Avellanes.
En este momento ya se constatan las viviendas familiares de las clases pudientes que responden a la
planta de casa itálica. La más destacada es la llamada domus de Tepsicore, hallada en el Palau de les
Corts, con atrio, jardín porticado trasero y decorada con espléndidos mosaicos y pinturas murales.
Esta ampliación urbana obligó a realizar obras de infraestructura y acondicionamiento del terreno, principalmente a desviar o cegar los canales fluviales que rodeaban la colonia republicana. La
ciudad imperial muestra una planta de calles de trazado ortogonal. El cardo máximo seguía el trazado de la actual calle del Salvador y el decumano máximo el de Cavallers y Quart cruzándose en el
área central junto al foro. Posiblemente el alcance y profundidad de esta fase urbana está ligada a la
instalación de un importante contingente humano durante el reinado de Vespasiano (69-79). Serían
los veterani que aparecen en las inscripciones posteriores.
Las dos últimas ciudades que nos quedan por considerar se encuentran a ambos extremos del territorio valenciano.
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Foro Valentia en época imperial. [Archivo SIAM].
El templo estaba situado en el área donde se levantó la catedral gótica. Al fondo el circo romano, en el límite oriental
de la ciudad romana.
Lesera ubicado al norte, en Forcall, fue un núcleo ibérico situado sobre una meseta alargada que supera
los 800 m de altura que recibió el estatuto municipal en época flavia probablemente como consecuencia
del edicto de Vespasiano lo que posiblemente desencadenó la monumentalización de la que sólo se conocen por ahora indicios. Sin embargo no pasó de ser una pequeña ciudad que llenaría un gran vacío en la
administración territorial en un territorio sin tradición urbana ya desde época ibérica plena. Se conoce
muy poco de su estructura física: el camino de acceso, un lienzo de muralla de 70 m de longitud, un gran
muro de opus caementicium, posible resto de un acueducto y que delimitaría, con la muralla, el área forense
situada en la terraza superior. La topografía impondría una red viaria principal de dirección N-S.
La localidad romana de la que menos sabemos de su localización concreta, estructura urbana y
arquitectura es la que existió en La Vila Joiosa. No se conoce si quiera su nombre latino cierto, aunque algunos investigadores la identifican con Allon o Allonis citada en algunas fuentes de tipo geográfico. Del carácter de ciudad, que en todo caso debió ser pequeña, no se duda ya que aparecen magistrados entre sus inscripciones y éstas apuntan claramente a una promoción jurídica de época
flavia. También la epigrafía menciona la existencia de un macellum (mercado) que fue restaurado con
dinero propio por Marco Sempronio Himne lo que indica un cierto grado de desarrollo arquitectónico y una clase social de conducta urbana. Sobre su ubicación, la dispersión de hallazgos y ubicación de las construcciones más destacadas (el monumento funerario de la Torre de San José), apuntan a los alrededores del río Torres al norte de la población actual.
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URBANISMO Y ARQUITECTURA EN LAS CIUDADES ROMANAS VALENCIANAS • MANUEL OLCINA
El siglo II. Especialmente en su primera mitad la mayoría de las ciudades romanas alcanzan su plenitud, pero al mismo tiempo ya se advierten síntomas de decadencia. El primer fenómeno se comprueba
en Saguntum, Valentia, e Ilici, mientras que la crisis, muy aguda, es manifiesta en Lucentum.
La imagen urbana de Sagunto en el siglo II parece apuntar a una intensa ocupación de villas al
exterior del pomerium en la llanura entre la muralla y el río y en la confluencia de las vía Augusta y la
que comunicaba con el puerto (el Grau Vell), al pie de la ladera oriental. En esas áreas el paisaje construido estaba salpicado por construcciones privadas, como la domus del solar de la calle Romeu, o las
desaparecidas junto a la parroquia del Salvador, y grandes monumentos funerarios como el de la
Gens Sergia o el que se emplaza en el colegio Romeu. Posiblemente, debido a la incomodidad del emplazamiento en altura, la dinámica urbana se orientó a espacios mejor comunicados con el entorno
geográfico evitando el aislamiento de la ocupación cimera. Síntoma de este hecho es que el foro a
partir del siglo I, va perdiendo importancia como lo indica la escasa presencia de inscripciones honoríficas posteriores consolidándose otro posible centro cívico alrededor del Ayuntamiento y Plaza Mayor. El desplazamiento del centro de gravedad urbano puede explicar la posición del circo, construido a mediados del siglo II junto al cauce del río que interrumpe la anterior comunicación entre
puente y el elevado centro urbano augusteo.
Valentia sigue equipándose de edificios de carácter público como son las termas de la calle Salvador, pero lo más sobresaliente es la construcción del circo a mediados del siglo II.
Los circos son las mayores construcciones, en superficie, de todo el mundo romano, capaces de
albergar a miles de espectadores ávidos de contemplar carreras de carros. Su forma es alargada, con
las gradas perimetrales y una barrera central (spina) alrededor de la cual competían los carros. Debido a su elevado coste y la enorme superficie de terreno que requiere es el edificio de espectáculos
Vista de la excavación de
l’Almoina (Valencia). [Archivo SIAM].
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ROMANOS Y VISIGODOS EN TIERRAS VALENCIANAS
Entrada al recinto de Lesera
(La Moleta dels Frares,
Castellón). [Fot. F. Arasa].
La más septentrional de las
ciudades romanas valencianas recibió el estatuto municipal en época flavia. Fue
abandonada en el siglo III.
menos construido. Por ello sólo están presentes en las ciudades más importantes. En tierras valencianas
en Sagunto y en Valencia. El primero, hoy desaparecido, se situó frente a la ciudad junto al río. El de Valentia se ha descubierto recientemente gracias a las excavaciones en distintos solares de la ciudad. Se
construyó en el lado de levante entre las actuales calles Barón de Petrés, donde se situarían las carceres o
compartimentos desde donde tomaban la salida los carros, hasta la calle de la Pau, emplazamiento de la
cabecera, de forma semicircular. Ambos edificios muestran características semejantes como son las dimensiones (350 x 70 metros el de Valentia y alrededor de 350 x 73 metros el de Saguntum) y que las gradas serían de madera apoyadas en los muros perimetrales.
En Lucentum el panorama es completamente distinto. Ya en época flavia las cloacas se ciegan y a
mediados del siglo II se documentan expolios de materiales de construcción. En el siglo III la ciudad
está prácticamente abandonada. Su crisis, en términos concretos, hay que entenderla desde el punto
de vista económico por la competencia y erosión de su desarrollo que le supondría la vecina Ilici con
mejores condiciones para concentrar la actividad comercial y mayor capacidad de producción agrícola en el marco de un espacio geográfico reducido
EL FINAL DE UN CICLO URBANO. El siglo III es un periodo que actúa a modo de bisagra en la historia de
las ciudades romanas. Se hace evidente las huellas de declive en forma de abandonos de edificios o
sectores urbanos e, incluso, como en el caso de Lucentum y también Lesera, sufrirán el despoblamiento.
Las causas del decaimiento son múltiples dentro de un clima de crisis generalizado. Pero desde un
punto de vista urbanístico, probablemente las ciudades durante el Alto Imperio estaban sobredimensionadas respecto a su capacidad económica. La iniciativa privada causante en gran parte del embellecimiento compulsivo de sus lugares de origen o residencia, deserta de esta actividad y el mantenimiento de la infraestructura urbana y de los edificios públicos recae en la caja municipal que no es
capaz de disponer de los recursos suficientes. Las clases pudientes invertirán a partir de esta época en
sus residencias campestres. Villae suntuosas como las de Calpe, Xauxelles en Villajoyosa o de Algorós
en el Campo de Elche, de los siglos III y IV, son buena muestra de este fenómeno.
Muchas ciudades valencianas sobrevivirán, e incluso con vigor durante el siglo IV, como Valentia
o la propia Ilici. Pero el escenario construido y la vida urbana serán distintos.
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