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ARQUEOMETALURGIA
EN LA LLOMA DE BETXÍ
José Luis Simón García
Universidad de Alicante
La arqueometalurgia como disciplina científica tiene por
objeto el estudio de cualquier aspecto que tenga relación
con la producción de objetos metálicos en las sociedades
preindustriales, desde los métodos de prospección para
la localización de las vetas mineras, hasta el reciclado de
chatarra, pasando por las aleaciones empleadas, las técnicas de elaboración o los tipos de producción. La metalurgia se ha considerado uno de los avances tecnológicos
más significativos en las sociedades del pasado, hasta el
punto de que la división de una parte de los tiempos prehistóricos se efectuó en función de la supuesta prevalencia de una determinada aleación metálica o metal, como
el cobre, el bronce o el hierro. Hoy en día sabemos que
sin un contexto social y cultural concreto no es posible
la aparición y el desarrollo de procesos tecnológicos, tipológicos y económicos característicos de la metalurgia,
< Hachas planas de cobre. Lloma de Betxí.
de modo que el avance científico solo se produce cuando
las investigaciones arqueometalúrgicas pueden dar una
explicación sociocultural y cronológica a determinados
datos procedentes de objetos ligados a la metalurgia y a
los contextos arqueológicos de los cuales proceden.
El desarrollo de esta disciplina científica tuvo un
fuerte impulso a partir de la posibilidad de aplicar métodos analíticos complejos, especialmente a partir de la
segunda mitad del siglo xx, superando de este modo los
anteriores estudios basados en aspectos tipológicos y
estilísticos. Las técnicas de análisis, como la microscopía
electrónica de barrido (SEM) y la fluorescencia de rayos X
(XRF), se centran en la composición química de los objetos, los análisis metalográficos en la estructura metálica
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Maza de piedra caliza utilizada en actividades relacionadas
con la metalurgia. Lloma de Betxí.
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y los análisis de isótopos de plomo permiten detectar la
procedencia de la materia prima empleada, entre otros
tipos de analíticas que cada día van ampliando las posibilidades de estudio, como la difracción de neutrones, la
espectroscopía de masa (LA-ICP-MS) y la absorción atómica (AAS).
En la fachada mediterránea de la península Ibérica
la áreas con posibilidades de explotación minera durante la Prehistoria reciente se centran en el Campo de
Cartagena y en la zona litoral almeriense, donde se obtiene esencialmente cobre, plata y oro, y posteriormente
plomo y hierro, a lo que se le suma pequeñas áreas de
afloramiento de diversos metales en algunos puntos de
la Sierra de Albarracín, Espadán y el macizo litoral catalán.
Por desgracia, muchas de las actividades mineras primigenias, llevadas a cabo durante la prehistoria reciente,
han desaparecido por las realizadas en etapas posteriores, esencialmente durante la antigüedad y los siglos xix y
xx. Las primeras explotaciones debían de ser estructuras
de extracción muy simples, unos pozos de unas dimensiones reducidas y galerías que no podrían alcanzar grandes profundidades, al inundarse o carecer de ventilación
y entibamiento. Las galerías se colmataban al abrir las siguientes, al servir como zona de vertedero, el instrumental minero empleado era muy rudimentario, compuesto
de picos de cuerna de animal o piedra, capazos de esparto o cuero, lámparas de grasa y el empleo del fuego y el
agua para agrietar el frente de explotación y facilitar las
tareas de extracción.
Es en este contexto de la minería primigenia donde deberemos de encuadrar al poblado de la Lloma de
Betxi, ubicado en una zona muy fértil desde el punto de
vista agropecuario pero sin presencia alguna de vetas
mineras en un amplio espacio territorial, por lo que de
efectuarse alguna tarea metalúrgica en el poblado debía
de ser mediante el uso de metal ya concentrado en lingotes o piezas fuera de uso que servían como materia prima
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a partir de la cual realizar nuevos objetos. Posiblemente
muchos de los objetos metálicos documentados hasta la
fecha, una treintena, llegasen ya elaborados por las vías
comerciales y de intercambio, algo que será muy habitual
no solo en los poblados de la zona, sino en la mayoría de
los documentados en el área valenciana. Hasta la fecha
son muy escasas las evidencias de actividad metalúrgica
en estos poblados, y cuando lo hace se atestigua por la
presencia de mineral molido o reducido, estructuras de
combustión, escorias, crisoles, toberas, moldes o herramientas para el martillado en pequeñas fraguas.
Como ha quedado expuesto en los trabajos publicados en las últimas décadas, la metalurgia en la península Ibérica, y en el área valenciana en particular, se orienta desde sus orígenes hacia la producción de objetos de
adorno, frente a las armas y las herramientas, jugando un
destacado papel en los procesos de estratificación social que se dan en las sociedades tardocalcolíticas y de
la Edad del Bronce, para posteriormente ir ampliando el
Arqueometalurgia en la Lloma de Betxí. José Luis Simón García
Hachas, punzones y puntas de flecha de cobre. Lloma de Betxí.
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Cinta o pulsera de plata. Lloma de Betxí.
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registro en el ámbito de las armas, la mayoría de escasa
funcionalidad pero de un alto valor simbólico, y el mundo
de los objetos utilitarios, con una funcionalidad polivalente, ya sea como arma o herramienta.
El conjunto de la Lloma de Betxí se conforma
hasta la fecha por treinta y tres objetos, donde destacan
un par de hachas, de reducido tamaño y una tipología
propia del II milenio a.C., donde la diferencia entre filo y
talón se hace cada vez más acusada. Sus características
apuntan hacia un uso artesanal, como la carpintería y la
ebanistería, que por desgracia es tan difícil registrar. Se le
suman cuatro fragmentos de puñal, al parecer todos de
hoja triangular y de remaches, si bien alguno pudiera ser
usado también como punta de jabalina, especialmente
un ejemplar con la hoja foliforme y una sola perforación
central en la base. Destaca en el conjunto metálico del
yacimiento las puntas de flecha, once ejemplares, dato
que siempre nos ha sugerido el importante papel que los
objetos de metal tienen en la panoplia ergológica de los
moradores del poblado.
Las puntas de flecha poseen unas hojas foliformes, más o menos indicadas respecto al vástago, apuntadas, de reducidas dimensiones y escaso grosor, buscando
un reducido peso respecto al astil de la flecha, para mejorar su vuelo y efectividad. Si bien todas poseen una cierta
similitud, sus diferencias deben atribuirse al modo de su
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Arqueometalurgia en la Lloma de Betxí. José Luis Simón García
realización, el martillado de forja de una barra de metal
hasta configurar la forma deseada. Quizás alguna se realizase empleando un molde, lo que no era óbice para que
posteriormente requiriese de tareas de acabado, afilado
o enderezado tras su deformación por el uso.
El conjunto se completa con catorce punzones, generalmente de sección cuadrada, una cuenta o anillito de
extremos separados realizado con un hilo de metal y un
brazalete o cinta realizado mediante varias láminas que
debieron unirse entre si a juzgar por las perforaciones de
los extremos de algunos fragmentos.
Los análisis efectuados en su día a algunas de las
piezas apuntaban al empleo de una aleación de base cobre, con trazas de arsénico como elemento secundario,
que encajan en las coladas metalúrgicas más habituales
en la primera mitad del segundo milenio a.C. Solo un
punzón posee una aleación binaria de cobre y estaño,
es decir, un bronce con trazas importantes de zinc y arsénico, que se encuadra en aleaciones con una difusión
mucho más tardía, por lo que podría relacionarse con
las fases más recientes del poblado o visitas esporádicas
posteriores.
Los fragmentos de la cinta o pulsera están realizados en plata, seguramente cerarguirita o plata nativa, que
sin ser extraña para la época y la zona, es un elemento
significativo desde varios puntos de vista. En primer lugar
porque la plata es un metal que se difunde como metal
noble para adornos en la primera mitad del II milenio
a.C., durante la Edad del Bronce, procedente del Sureste
o Sierra Morena, y en segundo lugar porque se configura
como un elemento de estatus social entre los grupos culturales que se encuentran inmersos en procesos intensos
de jerarquización, como El Argar. El hecho de que en el
yacimiento de la Lloma de Bextí nos encontremos con
este tipo de adornos, nos apunta hacia la configuración
de unas elites locales que están empezando a demandar
en los circuitos de intercambio y comercio, unos objetos
con valor simbólico en lo social que les permita expresar
en el ámbito de su comunidad el estatus que están alcanzando, y que pretenderán trasmitir a sus descendientes.
Sin embargo, el resto del conjunto de objetos de metal
del yacimiento nos apunta hacia un uso preferentemente
utilitario, tanto en tareas artesanales, donde las hachas
jugarían un cierto papel, como en las puntas de flecha,
habituales en la caza, lo cual no es óbice para su uso
como arma en los posibles conflictos con otros grupos.
La ausencia de mineralizaciones metálicas en la
zona, la falta de constataciones de actividades pirometalúrgicas en el poblado y el reducido número de objetos
de metal, en un poblado intensamente excavado, nos dan
una idea del papel que la metalurgia jugó en estas sociedades de la primera mitad del II milenio, en especial en
las comarcas centrales valencianas, algo que irá cambiando con el transcurso de los siglos, si bien en otros asentamientos que continuaron con la ocupación de la zona.
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ARQUEOMETALURGIA
EN LA LLOMA DE BETXÍ
José Luis Simón García
Universidad de Alicante
La arqueometalurgia como disciplina científica tiene por
objeto el estudio de cualquier aspecto que tenga relación
con la producción de objetos metálicos en las sociedades
preindustriales, desde los métodos de prospección para
la localización de las vetas mineras, hasta el reciclado de
chatarra, pasando por las aleaciones empleadas, las técnicas de elaboración o los tipos de producción. La metalurgia se ha considerado uno de los avances tecnológicos
más significativos en las sociedades del pasado, hasta el
punto de que la división de una parte de los tiempos prehistóricos se efectuó en función de la supuesta prevalencia de una determinada aleación metálica o metal, como
el cobre, el bronce o el hierro. Hoy en día sabemos que
sin un contexto social y cultural concreto no es posible
la aparición y el desarrollo de procesos tecnológicos, tipológicos y económicos característicos de la metalurgia,
< Hachas planas de cobre. Lloma de Betxí.
de modo que el avance científico solo se produce cuando
las investigaciones arqueometalúrgicas pueden dar una
explicación sociocultural y cronológica a determinados
datos procedentes de objetos ligados a la metalurgia y a
los contextos arqueológicos de los cuales proceden.
El desarrollo de esta disciplina científica tuvo un
fuerte impulso a partir de la posibilidad de aplicar métodos analíticos complejos, especialmente a partir de la
segunda mitad del siglo xx, superando de este modo los
anteriores estudios basados en aspectos tipológicos y
estilísticos. Las técnicas de análisis, como la microscopía
electrónica de barrido (SEM) y la fluorescencia de rayos X
(XRF), se centran en la composición química de los objetos, los análisis metalográficos en la estructura metálica
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Maza de piedra caliza utilizada en actividades relacionadas
con la metalurgia. Lloma de Betxí.
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y los análisis de isótopos de plomo permiten detectar la
procedencia de la materia prima empleada, entre otros
tipos de analíticas que cada día van ampliando las posibilidades de estudio, como la difracción de neutrones, la
espectroscopía de masa (LA-ICP-MS) y la absorción atómica (AAS).
En la fachada mediterránea de la península Ibérica
la áreas con posibilidades de explotación minera durante la Prehistoria reciente se centran en el Campo de
Cartagena y en la zona litoral almeriense, donde se obtiene esencialmente cobre, plata y oro, y posteriormente
plomo y hierro, a lo que se le suma pequeñas áreas de
afloramiento de diversos metales en algunos puntos de
la Sierra de Albarracín, Espadán y el macizo litoral catalán.
Por desgracia, muchas de las actividades mineras primigenias, llevadas a cabo durante la prehistoria reciente,
han desaparecido por las realizadas en etapas posteriores, esencialmente durante la antigüedad y los siglos xix y
xx. Las primeras explotaciones debían de ser estructuras
de extracción muy simples, unos pozos de unas dimensiones reducidas y galerías que no podrían alcanzar grandes profundidades, al inundarse o carecer de ventilación
y entibamiento. Las galerías se colmataban al abrir las siguientes, al servir como zona de vertedero, el instrumental minero empleado era muy rudimentario, compuesto
de picos de cuerna de animal o piedra, capazos de esparto o cuero, lámparas de grasa y el empleo del fuego y el
agua para agrietar el frente de explotación y facilitar las
tareas de extracción.
Es en este contexto de la minería primigenia donde deberemos de encuadrar al poblado de la Lloma de
Betxi, ubicado en una zona muy fértil desde el punto de
vista agropecuario pero sin presencia alguna de vetas
mineras en un amplio espacio territorial, por lo que de
efectuarse alguna tarea metalúrgica en el poblado debía
de ser mediante el uso de metal ya concentrado en lingotes o piezas fuera de uso que servían como materia prima
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a partir de la cual realizar nuevos objetos. Posiblemente
muchos de los objetos metálicos documentados hasta la
fecha, una treintena, llegasen ya elaborados por las vías
comerciales y de intercambio, algo que será muy habitual
no solo en los poblados de la zona, sino en la mayoría de
los documentados en el área valenciana. Hasta la fecha
son muy escasas las evidencias de actividad metalúrgica
en estos poblados, y cuando lo hace se atestigua por la
presencia de mineral molido o reducido, estructuras de
combustión, escorias, crisoles, toberas, moldes o herramientas para el martillado en pequeñas fraguas.
Como ha quedado expuesto en los trabajos publicados en las últimas décadas, la metalurgia en la península Ibérica, y en el área valenciana en particular, se orienta desde sus orígenes hacia la producción de objetos de
adorno, frente a las armas y las herramientas, jugando un
destacado papel en los procesos de estratificación social que se dan en las sociedades tardocalcolíticas y de
la Edad del Bronce, para posteriormente ir ampliando el
Arqueometalurgia en la Lloma de Betxí. José Luis Simón García
Hachas, punzones y puntas de flecha de cobre. Lloma de Betxí.
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Cinta o pulsera de plata. Lloma de Betxí.
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registro en el ámbito de las armas, la mayoría de escasa
funcionalidad pero de un alto valor simbólico, y el mundo
de los objetos utilitarios, con una funcionalidad polivalente, ya sea como arma o herramienta.
El conjunto de la Lloma de Betxí se conforma
hasta la fecha por treinta y tres objetos, donde destacan
un par de hachas, de reducido tamaño y una tipología
propia del II milenio a.C., donde la diferencia entre filo y
talón se hace cada vez más acusada. Sus características
apuntan hacia un uso artesanal, como la carpintería y la
ebanistería, que por desgracia es tan difícil registrar. Se le
suman cuatro fragmentos de puñal, al parecer todos de
hoja triangular y de remaches, si bien alguno pudiera ser
usado también como punta de jabalina, especialmente
un ejemplar con la hoja foliforme y una sola perforación
central en la base. Destaca en el conjunto metálico del
yacimiento las puntas de flecha, once ejemplares, dato
que siempre nos ha sugerido el importante papel que los
objetos de metal tienen en la panoplia ergológica de los
moradores del poblado.
Las puntas de flecha poseen unas hojas foliformes, más o menos indicadas respecto al vástago, apuntadas, de reducidas dimensiones y escaso grosor, buscando
un reducido peso respecto al astil de la flecha, para mejorar su vuelo y efectividad. Si bien todas poseen una cierta
similitud, sus diferencias deben atribuirse al modo de su
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Arqueometalurgia en la Lloma de Betxí. José Luis Simón García
realización, el martillado de forja de una barra de metal
hasta configurar la forma deseada. Quizás alguna se realizase empleando un molde, lo que no era óbice para que
posteriormente requiriese de tareas de acabado, afilado
o enderezado tras su deformación por el uso.
El conjunto se completa con catorce punzones, generalmente de sección cuadrada, una cuenta o anillito de
extremos separados realizado con un hilo de metal y un
brazalete o cinta realizado mediante varias láminas que
debieron unirse entre si a juzgar por las perforaciones de
los extremos de algunos fragmentos.
Los análisis efectuados en su día a algunas de las
piezas apuntaban al empleo de una aleación de base cobre, con trazas de arsénico como elemento secundario,
que encajan en las coladas metalúrgicas más habituales
en la primera mitad del segundo milenio a.C. Solo un
punzón posee una aleación binaria de cobre y estaño,
es decir, un bronce con trazas importantes de zinc y arsénico, que se encuadra en aleaciones con una difusión
mucho más tardía, por lo que podría relacionarse con
las fases más recientes del poblado o visitas esporádicas
posteriores.
Los fragmentos de la cinta o pulsera están realizados en plata, seguramente cerarguirita o plata nativa, que
sin ser extraña para la época y la zona, es un elemento
significativo desde varios puntos de vista. En primer lugar
porque la plata es un metal que se difunde como metal
noble para adornos en la primera mitad del II milenio
a.C., durante la Edad del Bronce, procedente del Sureste
o Sierra Morena, y en segundo lugar porque se configura
como un elemento de estatus social entre los grupos culturales que se encuentran inmersos en procesos intensos
de jerarquización, como El Argar. El hecho de que en el
yacimiento de la Lloma de Bextí nos encontremos con
este tipo de adornos, nos apunta hacia la configuración
de unas elites locales que están empezando a demandar
en los circuitos de intercambio y comercio, unos objetos
con valor simbólico en lo social que les permita expresar
en el ámbito de su comunidad el estatus que están alcanzando, y que pretenderán trasmitir a sus descendientes.
Sin embargo, el resto del conjunto de objetos de metal
del yacimiento nos apunta hacia un uso preferentemente
utilitario, tanto en tareas artesanales, donde las hachas
jugarían un cierto papel, como en las puntas de flecha,
habituales en la caza, lo cual no es óbice para su uso
como arma en los posibles conflictos con otros grupos.
La ausencia de mineralizaciones metálicas en la
zona, la falta de constataciones de actividades pirometalúrgicas en el poblado y el reducido número de objetos
de metal, en un poblado intensamente excavado, nos dan
una idea del papel que la metalurgia jugó en estas sociedades de la primera mitad del II milenio, en especial en
las comarcas centrales valencianas, algo que irá cambiando con el transcurso de los siglos, si bien en otros asentamientos que continuaron con la ocupación de la zona.
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